domingo, 28 de outubro de 2012

?RELIGIONES AFRICANAS EN BRASIL O RELIGIONES AFRO-BRASILERAS?


           Africa es unitaria en su concepción monoteísta de Dios, pero diversificada en las experiencias particulares de su presencia. Sus religiones son llamadas tradicionales, no porque sean primitivas o salvages, sino por referirse al contexto. Son religiones del contexto africano. En el contexto brasilero, después de rescates, adaptaciones y resignificaciones, se volvieron religiones afro-brasileras. Vamos a conocer un poco de su dinamica y las enseñanzas propuestas para un camino humano más integrado e integrador. 

Características del monoteísmo africano
Las religiones tradicionales africanas poseen un sistema de mediación que es influenciado por el sistema de gobierno: el rey con sus ministros intermediarios y sus subditos. Así tenemos un Ser supremo con innumerables espíritus ansestrales y los seres humanos. Es importante resaltar que no hay politeismo en Africa. Especialmente la Africa negra siempre concibió el sentido de un Dios único, supremo y creador. Cuando se afirma “Dios existe” no se referir a una afirmación filosófica, sino que se trata de un grito de acción de gracias lleno de amor, demostrando una relación filial profunda. Muchas tribus bantu, por ejemplo, utilizan la expresión Nzambi para dirigirse a Dios y, aunque sea común llamar a Dios de Padre – Tatá Nzambi – en algunos grupos aparece como Madre – Mama Nzambi (Cf. ALTUNA, p 389). A través de ceremonias, son realizados sacrificios y ofrendas a los Ancestrales, reconociendo su importancia como parte integrante de la comunidad y su influencia en la vida. La mayor parte de sus fiestas, como el nacimiento, iniciación a la vida adulta, ritos mortuorios, sembrar, la colecta, pedir lluvia, etc, envuelve prácticas religiosas.  

La resistencia delante del Islamismo
Varias sociedades africanas profesan apenas las religiones tradicionales, hasta el siglo VIII, cuando, por cuenta de los intercambios comerciales, comienzan a ser influenciadas por el islamismo. Pero esa situación no logra impedir el funcionamiento de las referidas religiones. Un ejemplo concreto son los haúça, que, por más que sus gobernantes se hayan adherido al Islám, los subditos permanecerán fieles a las creencias tradicionales (Cf. MATTOS, p35). Como podemos ver, la resistencia siempre fue la marca de esas religiones. Y no será diferente en Brasil. 

Las religiones africanas en Brasil.
Los negros y negras, obligados a vivir en Brasil, como esclavos, tragieron consigo una rica experiencia religiosa. En medio de tanto dolor y sufrimiento, causados por el proceso esclavista, juntamente con la imposición de prácticas religiosas (cristianas), ajenas a su realidad y aspiraciones, no faltó el esfuerzo de las Hermandades y Cofradías, en el rescate y resignificación de los valores religiosos africanos. Siendo así, Africa dejaba de ser solamente un lugar geográfico para asumir el sentido espiritual y mítico. El vasto intercambio cultural y religioso entre esos pueblos hizo que las religiones africanas en Brasil se convirtiesen en religiones afro-brasileras, expresión de creatividad y resistencia, propias del pueblo negro. Un proceso semejante se puede percibir en otros países de América Latina y el Caribe, para donde los negros y negras fueron llevados. Por eso, juntamente con las expresiones religiosas de los demás países, estas son llamadas también religiones afro-americanas y caribeñas.

El parentesco espiritual
        Lo más importante para quien participa de esos grupos religiosas es el sentimiento de pertenencia familiar, que no se da más por parentesco carnal, sino por el espiritual. La nomenclatura utilizada en las definiciones de cargos y relaciones,” apunta para esta nueva forma de parentesco: padre-de-santo, madre-de-santo, hija-de-santo, hermano-de-santo, familia-de-santo, etc”(BERKENBROCK,p116). En esta familia espiritual, el negro y la negra se sienten parte de un todo, integrados al mundo de los Antepasados, en que profano y sagrado viven en harmonía. Continuaremos en el próximo artículo. Hasta allá!

Axé!
Pe. Degaaxé
Tradução: María Erika Martínez

RELIGIÕES AFRICANAS NO BRASIL OU RELIGIÕES AFRO-BRASILEIRAS?


 
A África é unitária na sua concepção monoteísta de Deus, mas diversificada nas experiências particulares de sua presença. Suas religiões são chamadas tradicionais, não porque sejam primitivas ou selvagens, mas por referirem-se ao contexto. São religiões do contexto africano. No contexto brasileiro, após resgates, adaptaçoes e ressignificações, tornaram-se religiões afro-brasileiras. Vamos conhecer um pouco de sua dinâmica e os ensinamentos propostos para uma caminhada humana mais integrada e integradora.
Características do monoteísmo africano
          As religiões tradicionais africanas possuem um sistema de mediação que é influenciado pelo sistema de governo: o rei com seus ministros intermediários e seus súditos. Assim, temos um Ser supremo com inúmeros espíritos ancestrais e os seres humanos. É importante frisar que não há politeísmo na África. Especialmente a África negra, sempre concebeu o sentido de um Deus único, supremo e criador. Quando se afirma “Deus existe” não quer referir-se a uma afirmação filosófica, mas se trata de um grito de ação de graças cheio de amor, demonstrando uma relação filial profunda. Muitas tribos bantu, por exemplo, utilizam a expressão Nzambi para se dirigirem a Deus e, embora seja comum chamar a Deus de Pai – Tatá Nzambi - em alguns grupos aparece como Mãe - Mama Nzambi (cf. ALTUNA, p. 389). Através de cerimônias, são realizados sacrifícios e oferendas aos Ancestrais, reconhecendo a sua importância como parte integrante da comunidade e sua influência no viver. A maior parte de suas festas, como o nascimento, iniciação à vida adulta, ritos mortuários, semeadura, colheitas, obter chuvas, etc, envolve práticas religiosas.
A resistência diante do Islamismo
         Várias sociedades africanas professavam apenas as religiões tradicionais, até o século VIII, quando, por conta dos intercâmbios comerciais, começam a ser influenciadas pelo islamismo. Mas essa situação não conseguiu impedir o funcionamento das referidas religiões. Um exemplo concreto são os haúça, que, mesmo que seus governantes tivessem aderido ao Islã, os súditos permaneceram fiéis às crenças tradicionais (cf. MATTOS, p. 35). Como se percebe, a resistência sempre foi a marca dessas religiões. E não será diferente no Brasil.
As Religiões africanas no Brasil
         Os negros e negras, obrigados a virem para o Brasil, como escravos, trouxeram consigo sua rica experiência religiosa. Em meio a tanta dor e sofrimento, causados pelo processo escravagista, juntamente com a imposição de práticas religiosas (cristãs), alheias à sua realidade e aspirações, não faltou o esforço das Irmandades e Confrarias, no resgate e ressignificação dos valores religiosos africanos. Assim sendo, África deixava de ser somente um lugar geográfico para assumir o sentido espiritual e mítico. O vasto intercâmbio cultural e religioso entre esses povos fez com que as religiões africanas no Brasil se tornassem religiões afro-brasileiras, expressão de criatividade e resistência, próprias do povo negro. Processo semelhante se pode perceber em outros países da América Latina e do Caribe, para onde os negros e negras foram levados. Por isso, juntamente com as expressões religiosas dos demais países, estas são também chamadas religiões afro-americanas e caribenhas.
O parentesco espiritual
        O mais importante para quem participa desses grupos religiosos é o sentimento de pertença familiar, que não se dá mais por parentesco carnal, mas sim espiritual. A nomenclatura utilizada nas definições de encargos e nas relações, também “aponta para esta nova forma de parentesco: pai-de-santo, mãe-de-santo, filha-de-santo, irmão-de-santo, família-de-santo, etc” (BERKENBROCK, p. 116). Nesta família espiritual, o negro e a negra sentem-se parte de um todo, integrados ao mundo dos Antepassados, em que profano e sagrado vivem em harmonia. Continuaremos no próximo artigo. Até lá!
Axé!
Pe. Degaaxé

 

segunda-feira, 22 de outubro de 2012

EL AMOR NOS HACE HUMANOS

Cuando Jesús estaba a la mesa en casa de Simón, el leproso, se aproximo a Él una mujer (Mc 14, 3-90
           Dios es amor. Si quisieramos hablar de definición, esta es la mejor correspondiente a la esencia divina. Quien ama nació de Dios y conoce a Dios, solo quien ama permanece en Dios y Dios permanece en El/Ella, nos dice la Sagrada Escritura. Todas las personas son llamadas a amar, porque Dios, que es amor en persona, se dió a conocer y enseñó como vivirlo. En Jesús, el amor se tornó humano para que todos nosotros nos tornemos divinos, decían los antiguos Padre de la Iglesia. Por lo tanto, no se puede llegar a Dios, apartandose de lo humano, esto es, cuanto más humanos somos, más divinos seremos. Solamente quien ama es capaz de tener actitudes humanizadas y humanizadoras.
 
En el Evangelio, Jesús recibe los gestos de cariño de la mujer porque ella demostró mucho amor y porque fué muy humana. Así puede manifestar lo divino, que está presente en ella. Pero no todos los que estaban en la sala fueron verdaderamente humanos, debido a la actitud preconceptual y discriminadora para  con la mujer. Jesús valoriza tanto el gesto de ella que hasta pide que sean recordados en el camino evangelizador. Para Jesús, no importa la situación de las personas, ellas son dignas de ser amadas. Parafraseando una música popular, afirmo que es necesario amar a las personas como si todo terminara hoy, como si fuese mi último acto.
Quien no ama, no llegó a conocer a Dios. El amor en Dios es tan intenso y verdadero que genera comunión entre las personas divinas, evitando la soledad, superando toda exclusión. En este mismo movimiento, se nos invita a envolvernos, para tornarnos generadores de vida y comunión. Este es el primero testimonio que nuestras comunidades son llamadas a dar: “mira como se aman, tienen todo en común y no hay necesitados entre ellos”. Eso si convence y tranforma. Por lo tanto el amor es más concreto que de lo que la gente imagina. El amor romántico puede excluir, engañar, decepcionar. Pero el amor, expresado en la entrega, donación, y compartir genera comunión, transforma vidas y nos vuelve más humanos.
El amor no sólo creo comunión, dando unión a la pastoral o a la comunidad, también nos dirige en dirección de las otras personas, dignas de renocimiento y acogida. Cuando se ama no se hace discriminación de las personas. Discriminación es negación del ser humano y negación de la imagen de Dios presente en él. Cuando discriminamos, decidimos no amar, atentando contra la vida de los demás y actuando contra Dios y su proyecto. Dios no discrimina y tampoco nosotros debemos hacerlo. El cuidado especial que Dios tiene por el que es más débil y pobre no significa exclusión de los demás, sino un apoyo, para que haya más humanidad de éstos para con aquellos. Por eso la Iglesia en América Latina y Caribe, desde Puebla (1979) hizo opción preferencial por los pobre y, en Aparecida afirma que esta opción no es exclusiva ni excluyente, así como es propio del amor de DIos.
La Iglesia existe para evangelizar. Como miembros de esta Iglesia, somos enviados para todas las personas y cultura, como testimonios alegres del amor y de la Misericordia de Dios. Él nos amó primero y pide que permanezcamos en él para ser perfectos en el amor y que nuestra misión pueda producir frutos. El amor es la esencia de la vida y de la misión. Por lo tanto, quien ama es un misionero, una misionera. En la evangelización, nos encontramos con muchos desafíos y uno de los más presentes es la aceptación de quien actúa y piensa diferente a nosotros, por ser de cultura diferente. Sólo quién ama verdaderamente es capaz de superar toda rivalidad, todo localismo, todo preconcepto, discriminación y ocuparse de lo esencial. Por eso, nuestra misión tiende a ser humanizadora, pués nuestra meta es el bien del ser humano, principalmente en las situaciones en que su humanidad es más herida y perjudicada.
Que María, la amada de Dios, caminando con nosotros, nos ayude a amar conforme su Hijo, para volvernos verdaderamente humanos.
Axé!
Pe. Degaaxé
Tradução: María Erika Dieterle

O AMOR NOS FAZ HUMANOS


Quando Jesus estava à mesa em casa de Simão, o leproso, aproximou-se dele uma mulher (Mc 14, 3-9)
        Deus é amor. Se quisermos falar aqui de definição, esta é a que melhor corresponde à essência divina. Quem ama nasceu de Deus e conhece a Deus; só quem ama permanece em Deus e Deus permanece nele (nela), nos diz a Sagrada Escritura. Todas as pessoas são chamadas a amar porque Deus, que é amor em pessoa, se deu a conhecer e ensinou como vivenciá-lo. Em Jesus, o amor se tornou humano para que todos nós nos tornássemos divinos, diziam os antigos Padres da Igreja. Portanto, não se pode chegar a Deus, afastando-se do humano, isto é, quanto mais humanos nós formos, mais divinos nós seremos. Só quem ama é capaz de atitudes humanizadas e humanizadoras.
      No evangelho, Jesus acolhe os gestos de carinho da mulher porque ela demonstrou muito amor e porque foi muito humana. Assim pôde manifestar o divino presente nela. Mas nem todos os que estavam na sala foram verdadeiramente humanos, por causa da atitude preconceituosa e discriminadora para com a mulher. Jesus valoriza tanto o gesto dela que até pede que sejam lembrados na caminhada evangelizadora. Para Jesus, não importa a situação das pessoas, elas são dignas de ser amadas. Parafraseando uma música popular, afirmo que é preciso amar as pessoas como se tudo terminasse hoje, como se esse fosse o meu, o seu último ato.
       Quem não ama não chegou a conhecer a Deus. O amor em Deus é tão intenso e verdadeiro que gera comunhão entre as pessoas divinas, evitando o isolamento, superando toda exclusão. Neste mesmo movimento, somos convidados a nos envolver, para nos tornarmos geradores de vida e comunhão. Este é o primeiro testemunho que nossas comunidades são chamadas a dar: “Vede como se amam, pois tem tudo em comum e não há necessitados entre eles!” Ah, isso sim convence e transforma. Portanto, o amor é mais concreto do que a gente imagina. O amor romântico pode iludir, enganar, decepcionar. Mas o amor, expresso na entrega, doação e partilha, gera comunhão, transforma vidas e nos torna mais humanos.
       O amor não só cria comunhão, dando coesão à pastoral ou à comunidade, mas nos lança na direção das outras pessoas, dignas de reconhecimento e acolhida. Quando se ama não se faz discriminação de pessoas.  Discriminação é negação do ser humano e negação da imagem de Deus presente nele. Quando discriminamos, decidimos não amar, atentando contra a vida dos demais e agindo contra Deus e o seu projeto. Deus não discrimina e também nós não devemos discriminar ninguém.  O cuidado especial que Deus tem por que é mais fraco e pobre não significa exclusão dos demais, mas um apelo para que para que haja mais humanidade destes para com eles. Por isso, a Igreja, na América Latina e Caribe, desde Puebla (1979), faz opção preferencial pelos pobres e, em Aparecida, afirma que esta opção não é exclusiva nem excludente, assim como é próprio do amor de Deus.
        A Igreja existe para evangelizar. Como membros desta Igreja, somos enviados a todas as pessoas e culturas, como testemunhas alegres do amor e da misericórdia de Deus. Ele nos amou por primeiro e pede que permaneçamos nele para sermos perfeitos no amor e a nossa missão possa produzir bons frutos. O amor é a essência da vida e da missão. Portanto, quem ama é um missionário, uma missionária. Na evangelização, nos deparamos com muitos desafios e um dos mais presentes é a acolhida de quem age e pensa diferente de nós, por ser de cultura totalmente diferente. Só quem ama verdadeiramente é capaz de superar toda rivalidade, todo bairrismo, todo preconceito, discriminação e ocupar-se do essencial. Por isso, nossa missão tende a ser humanizadora, pois a nossa meta é o bem do ser humano, principalmente nas situações em que sua humanidade é mais ferida e machucada.
        Que Maria, a amada de Deus, caminhando conosco, nos ajude a amar conforme o seu Filho para sermos verdadeiramente humanos.
Axé!
Pe. Degaaxé

 

terça-feira, 16 de outubro de 2012

EN CONTRAMANO DE LA MENTALIDAD CONSUMISTA Y ACUMULADORA

Anda, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres, después ven y sígueme (Mc 10, 17-30)

        A lo largo de la vida pública de Jesús muchas personas fueron a su encuentro y todas ellas se sintieron encantadas con su propuesta, dejándose transformar por su palabra. Jesús puede, muchas veces, experimentar alegría y satisfacción  por los resultados positivos de su campaña vocacional. pero con el hombre que aparece en este Evangelio, la situación fue otra, aunque traía ansia de la vida eterna su corazón no conseguía volar más alto, estaba preso. El hombre era celoso, prestativo, vivía los mandamientos ancestrales, pero vivía sin sentido, porque su vida se resumía al cumplimiento de reglas y a los bienes que poseía. Jesús dirige una mirada de afecto, propio de quien quiere confiar algo precioso a alguien porque sabe que tiene un potencial para corresponder.
       La invitación de seguir a Jesús, entonces, porte de una mirada que penetra ondo, encanta, y seduce, de un reconocimiento de vivencia de fe a través de los mandamientos y de una nueva propuesta de vida, no basada en el cumplimiento de reglas y rigorismos, pero si en el desapego y en el compartir los bienes, osea, Jesús invita a seguirlo con sabiduría. Es necesario que suceda con nosotros una verdadera transformación, pués la palabra de Jesús que generalmente se nos dirige trae una respuesta radical que lleva a rupturas. O seguimos a Jesús renunciando a lo superfluo, o nos quedamos con lo superfluo y renunciamos a Jesús. No da para optar por Jesús y continuar de la misma manera. Sin conversión no hay seguimiento.
       Delante de una realidad que se presenta llena de propuestas cada vez más atractivas y encantadoras es necesario mucha sabiduría y valentía profética para dar un paso tan significativo como este, al que Jesús nos invita hoy. Hay personas que a través del voto de pobreza dan verdadero testimonio de despojamiento y desprendimiento de los bienes, , paso importante en el seguimiento de Jesús. sus vidas han sido anuncio de que Dios debe ser nuestra única y verdadera riqueza, tambien denuncian la mentalidad de consumo y acúmulo que tanto esclaviza a las personas, volviendolas insensibles a la situación de los hermanos y hermanas más necesitados. La propuesta de radicalidad evangélica no es sólo para los religiosos y religiosas, cada personas es llamada a cultivar un estilo de vida más simple y despojado, colocando su esperanza más en Dios que en las cosas que posee. La dedicación al servicio comunitario y el compartir los bienes en la comunidad, prueban que entendemos que la vida eterna ya comienza aquí, haciéndonos experimentar la alegría multiplicada, en cada gesto de bien en favor de los demás. Que el Señor nos conceda su sabiduría para tener una postura adecuada delante de los bienes y poder asumir nuestra vocación bautismal en la total disponibilidad y servir a los hermanos y hermanas.
            Axé!
            Pe. Degaaxé
            Tradução: María Erika Martínez

 

RELIGIONES POR LA VIDA Y POR LA PAZ

         Estuve representando a la Iglesia Católica en una celebración, interreligiosa, el 12 de este mes, en la Isla Grande de los Mineros. Mellamó mucho la atención el esfuerzo por integrar el mayor número de personas en torno a la problemática ecológica. Si la naturaleza pide socorro, el grito de los manantiales resuena más ensordecedor. Muchas ONG vienen cumpliendo su papel de promover campañas de concientización en vista de la preservación y cambio de hábitos, llamando la atención de las autoridades competentes y del pueblo en general sobre la problematica. Las religiones también pueden y deben tomar partido en este movimiento de concientización, por ser formadoras de opinión y tener un discurso fuerte en lo que se refiere a la naturaleza encuanto creación de Dios. En la celebración, tuve un pequeño espacio para un mensaje y quiero compartir ahora:
        Un sentimiento de fraternidad profundo nos reunió aquí, resultado de una experiencia de devoción a Nuestra Señora, la Madre de las aguas, pero también y principalmente, el atender a un toque especial de Dios que habla al corazón humano como un padre a su hijo y lo invita a ser fraterno. Ya quedó comprobado que hacemos más y mejor cuando nos unimos alrededor de los puntos fuertes y comunes. Sabemos que somos formadores de opinión y por eso antes de cualquier palabra, cuenta mucho el gesto, la actitud. En este sentido, la actitud más sensata es el aprecio recíproco, conociendo y valorizando los innumerables puntos de convergencia que nos llevan a acciones comunes en vista de “otra sociedad posible”. Uno de los puntos comunes entre nosotros es el bien de las personas. Cada religión actúa a su modo, pero sabemos que queremos la misma cosa: la realización del ser humano en su busqueda de armonía con Aquel que él reconoce como su Creador y con todo lo que está a su alrededor. El ansia de realización humana se satisface cuando cada uno hace de su vida un servicio y donación a los demás. Todo parece perder sentido cuando no se hace valer la pena la vida y eso sólo es posible si se invierte lo mejor de sí en vista del bien de los otros.
         Necesitamos cultivar una espiritualidad que sea también ecológica, reconociendo la naturaleza como santuario de Dios y la tierra como un ser maternal y fecundo. Por lo tanto, lo que se tira de ella es de todos y todas. El ser humano es llamado a cuidar la naturaleza y vivir en armonía con todo lo que existe, pués es parte de él y él es parte de ella. La naturaleza puede vivir sin el ser humano, pero él no. Si la naturaleza muere, él también muere. Todo lo que existe está envuelto por la dimensión de los sagrado, Dios en su providencia conduce el universo y nuestra vida. Así el agua que brota de la tierra es sagrada, y es fuente de vida. Por ella la vida se renueva  permanentemente. Es el tesoro más preciado de nuestro planeta, principalmente allá donde es escasa y ya no ofrece más condiciones de vida debido a nuestra acción sin mucho discernimiento. El gran desafío para nosotros hoy es contribuir para que este bien continúe siendo un bien para todos y todas. Sólo así manifestaremos la intención del Creador, prolongando y perfeccionando su obra. Nuestra fe dice que tenemos mucho que aprender unos de otros.
        Creyendo que en Jesús de Nazaret se deshizo el muro de separación entre los pueblos, que podamos contar con la ayuda de la Madre Aparecida de las Aguas, la Negra Mariana, para superar toda división e intolerancia presentes todavía entre nosotros, sumando esfuerzos en defensa de la vida y en la lucha por la paz.
       Axé!
       Pe. Degaaxé
       Tradução: María Erika Martínez

domingo, 14 de outubro de 2012

NA CONTRAMÃO DA MENTALIDADE CONSUMISTA E ACUMULADORA

“Vai, vende tudo o que tens, dá aos pobres e depois, vem e segue-me” (Mc 10, 17-30)
         
         Ao longo da vida pública de Jesus, muitas pessoas foram ao seu encontro e todas elas se sentiram encantadas com sua proposta, deixando-se transformar pela sua palavra. Jesus pôde, por diversas vezes, experimentar a alegria e a satisfação pelos resultados positivos de sua campanha vocacional. Mas, com o homem que aparece neste evangelho, a situação foi bem outra, pois, embora trazia consigo uma ânsia de vida eterna, seu coração não conseguia alçar voos mais altos, pois estava preso. De fato, o homem era zeloso, prestativo, vivia os mandamentos ancestrais, mas vivia sem sentido, pois sua vida se resumia ao cumprimento de regras e aos bens que possuía. Jesus dirige um olhar afetuoso próprio de quem quer confiar algo muito precioso a alguém porque sabe que este alguém tem potencial para corresponder.
          O convite a seguir Jesus, então, parte de um olhar que penetra fundo, encanta e seduz, de um reconhecimento da vivência de fé, através dos mandamentos e de uma nova proposta de vida, não baseada no cumprimento de regras nem rigorismo, mas no desapego e partilha de bens, ou seja, Jesus convida a segui-lo com sabedoria. É preciso que aconteça também para nós uma verdadeira transformação, pois a Palavra de Jesus que, geralmente, nos é dirigida traz uma proposta radical que leva a algumas rupturas. Ou seguimos Jesus, renunciando ao supérfluo, ou ficamos com o supérfluo e renunciamos a Jesus. Não dá para optar por Jesus e continuar do mesmo jeito. Sem conversão não há seguimento.
         Diante de uma realidade que se apresenta cheia de propostas cada vez mais atraentes e encantadoras, é preciso muita sabedoria e ousadia profética para dar um passo tão significativo como este ao qual nos convida Jesus hoje. Há pessoas que, através do voto de pobreza, dão verdadeiro testemunho de despojamento e desprendimento dos bens, passo importante no seguimento a Jesus. Suas vidas tem sido anúncio de que Deus deve ser nossa única e verdadeira riqueza; também denunciam a mentalidade de consumo e acúmulo que tanto escraviza as pessoas, tornando-as insensíveis à situação de seus irmãos e irmãs mais necessitados. Mas a proposta de radicalidade evangélica não é somente para os religiosos e as religiosas, pois cada pessoa é chamada a cultivar um estilo de vida mais simples e despojado, colocando sua esperança mais em Deus do que nas coisas que possui. A dedicação ao serviço comunitário e a partilha de bens na comunidade provam que entendemos que a vida eterna já começa aqui, fazendo-nos experimentar alegria multiplicada, a cada gesto de bem em favor dos demais. Que o Senhor nos conceda a sua sabedoria para termos uma postura adequada diante dos bens e podermos assumir nossa vocação batismal na total disponibilidade para servir os irmãos e irmãs. 

Axé!
Pe. Degaaxé

RELIGIÕES PELA VIDA E PELA PAZ

           Estive representando a Igreja Católica numa celebração inter-religiosa, ocorrida no dia 12 deste, na Ilha Grande dos Marinheiros. Chamou muito minha atenção o esforço em integrar o maior número de pessoas em torno da problemática ecológica. Se a natureza pede socorro, o grito dos mananciais ecoa ainda mais ensurdecedor. Muitas ONGs vêm cumprindo o seu papel de promover campanhas de conscientização em vista da preservação e mudança de hábitos, chamando a atenção das autoridades competentes e da população em geral sobre a problemática. As religiões também podem e devem tomar partido nesse movimento de conscientização, por serem formadoras de opinião e terem um discurso bem afiado no que se refere à natureza, enquanto criação de Deus. Na referida celebração, eu tive um pequeno espaço para uma mensagem e quero partilhar agora, na íntegra:
Um sentimento de filiação profundo nos reuniu aqui, resultado de uma experiência diversificada da devoção a Nossa Senhora, a Mãe das Águas, mas também e, principalmente, por atendermos a um toque especial de Deus que fala ao coração do ser humano como um pai ao seu filho e o convida a ser fraterno. Já ficou comprovado que fazemos mais e melhor quando nos unimos em torno de pontos fortes e comuns. Sabemos que somos formadores de opinião e, por isso, antes de qualquer palavra, conta muito o gesto, a atitude. Nesse sentido, a atitude mais sensata é o apreço recíproco, reconhecendo e valorizando os inúmeros pontos de convergência que nos levam a ações comuns em vista de “outra sociedade possível”. Um dos pontos comuns entre nós é o bem das pessoas. Cada religião age ao seu modo, mas sabemos que queremos a mesma coisa: a realização do ser humano em sua busca de harmonia com aquele que ele reconhece como seu Criador e com tudo o que está ao seu redor. O anseio de realização humana se satisfaz quando cada um faz de sua vida serviço e doação aos demais. Tudo parece perder o sentido quando não se consegue fazer a vida valer a pena e isso só é possível se se investe o melhor de si em vista do bem dos outros.
Precisamos cultivar uma espiritualidade que seja também ecológica, reconhecendo a natureza como santuário de Deus e a terra como um ser maternal e fecundo. Portanto, o que se tira dela é de todos e todas. O ser humano é chamado a cuidar da natureza e viver em harmonia com tudo o que existe, pois a natureza é parte dele e ele é parte da natureza. A natureza pode viver sem o ser humano, mas ele não. Se a natureza morre, ele também morre. Tudo o que existe é envolvido pela dimensão do sagrado, pois Deus em sua Providência, conduz o universo e a nossa vida. Assim a água que brota da terra é sagrada, é fonte de vida. Por ela a vida se renova permanentemente. É o tesouro mais apreciado de nosso planeta, principalmente lá onde ela é escassa e já não oferece mais condições de vida por causa de nossa ação sem muito discernimento. O grande desafio para nós hoje é contribuir para que este bem continue sendo um bem para todos e todas. Só assim manifestaremos a intenção do Criador, prolongando e aperfeiçoando a sua obra. A nossa fé diz que temos muito a aprender uns com os outros.
Acreditando que em Jesus de Nazaré se desfez o muro de separação entre os povos, possamos contar com a ajuda da Mãe Aparecida das Águas, a Negra Mariama, para superarmos toda divisão e intolerância presentes ainda entre nós, somando esforços na defesa da vida e na luta pela paz.
Axé!
Pe. Degaaxé

quinta-feira, 11 de outubro de 2012

EL PLANO ORIGINAL DEL CREADOR


 
Desde el inicio de la Sagrada Escritura, vemos la manifestación del maravilloso plano de Dios para la humanidad: el matrimonio y la família. Cuando creó el ser humano – hombre y mujer – Dios creó la comunión de los diferentes, proyectando para fuera de sí aquello que hace parte de su esencia. Por eso son imagen y semejanza de Dios. Cuando mujer y hombre son presentados uno al otro, podemos decir que hubo un encontrarse en el otro: “esta si...” “este si...”  así, son llamados a perderse uno en el otro para poder encontrarse a si mismos y juntos bendecir a Dios, asegurando la salvación del otro. Hombre y mujer, entonces, son hechos uno para el otro, como complementarios y auxiliares; ambos de la misma carne, del mismo creador y con responsabilidades compartidas. El matrimonio sella esta alianza y hace del hombre y la mujer símbolos del cariño y la ternura de Dios por toda la humanidad. Por el matrimonio, contribuyen para que la relación de adhesión entre Dios y la humanidad se torne visible. En la fidelidad y total gratuidad, buscan eternizar en sus vidas el amor que los unió y que , en su orígen, es eterno, porque viene de Dios. Este mismo amor no los cierra en sí mismos, los torna fecundos y abiertos a la vida, a través de la concepción de los hijos. Así, son dos las finalidades del matrimonio: el bien de los cónyuges, la concepción y educación de los hijos.
La misión de procrear y educar hijos como coronación de la institución matrimonial y del amor conyugal, se refiere a la extensión del ser humano, como padre y madre, más allá de la historia. Hay un sentimiento de eternidad. Procreando, el ser humano participa del poder de Dios. Como en Dios, la creación es un traspasarse a si mismo, la pocreación es un traspasar la riqueza interior del hombre y de la mujer. Quiere decir que no basta la unión conyugal, es preciso formar família, tan querida por Dios. En orden de la redención y de la Gracia, Cristo bendijo copiosamente este amor, a imagen y semejanza de su relación con la Iglesia. Y así como Dios viene al encuentro de su pueblo, en una alianza de amor y fidelidad, Cristo, Salvador de los seres humanos y esposo de la Iglesia viene al encuentro de los esposos con el sacramento del matrimonio. Y no solo viene al encuentro, también permanece con ellos.
El divorcio acaba con todo esto, ya que la relación se desmorona y se rompe la família, causando sufrimiento para todos, principalmente para los hijos. El matrimonio es el plano original de Dios, mientras que el divorcio es el plano de las limitaciones humanas. El divorcio nace de la dureza de corazón de las personas y no permite una plena realización: “no es bueno que el ser humano esté solo”, tampoco es Bueno “saltar de rama en rama” por placer. Dios cuando hace las cosas las hace bien, porque solamente sabe hacerlo así. Cuando nos atrevemos a intervenir en lo que Dios hizo bien, facilmente prevalecen nuestras limitaciones. Jesús confirma la acción y deseo originales de Dios y condena el divorcio en sus innumerable direcciones. Aunque el divorcio no se acepte, debemos actuar con caridad para con los divorciados, posibilitando su participación en las actividades eclesiásticas. Todo juicio compete a Dios.
Es necesario salvar la familia. La familia puede y debe ser formadora de opinión, rescatando aquello que es más sagrado: ser promotora de valores que posibiliten al ser humano el desenvolvimiento integral de sus potencialidades. Los padres deben testimoniar que sus vidas pertenecen a Dios, haciendo de su hogar una verdadera “iglesia doméstica”, hacer de la comunidad eclesial la extensión de nuestra família, dejándonos amar verdaderamente por Dios y unir los esfuerzos para superar las ocasiones que llevan a la separación y a la división. Que cultivemos en nuestras famílias, la fidelidad y el perdón para fortalecer siempre más los lazos de amor que nos unen.

Axé

Pe. Degaaxé  

Tradução: María Erika Martínez

O PLANO ORIGINAL DO CRIADOR


          Desde o início da Sagrada Escritura, vemos a manifestação do maravilhoso plano de Deus para a humanidade: o matrimônio e a família. Quando criou o ser humano - homem e mulher – Deus criou a comunhão dos diferentes, projetando para fora de si aquilo que faz parte de sua essência. Por isso, são imagem e semelhança de Deus. Quando mulher e homem são apresentados um ao outro, podemos dizer que houve um encontrar-se no outro: “esta sim...” “este sim...!” Assim, são chamados a perder-se um no outro para poder se encontrar a si mesmo e juntos bendizerem a Deus, zelando pela salvação do outro. Homem e mulher, então, são feitos um para o outro, como complementares e auxiliares; ambos da mesma carne, do mesmo criador e com responsabilidades compartilhadas. O matrimônio sela esta aliança e faz do homem e da mulher símbolo do carinho e da ternura de Deus pela humanidade toda. Pelo matrimônio, contribuem para que a relação esponsal entre Deus e a humanidade se torne visível. Na fidelidade e total gratuidade, buscam eternizar em suas vidas o amor que os uniu e que, na sua origem, é eterno porque vem de Deus. Este mesmo amor não os fecha em si mesmos, mas os torna fecundos e abertos à vida, através da geração dos filhos. Assim sendo, são duas as finalidades do matrimônio: o bem dos cônjuges, a geração e educação dos filhos.
A missão de procriar e educar os filhos, como coroamento da instituição matrimonial e do amor conjugal, refere-se ao prolongamento do ser humano, como pai e mãe, para além da história. Há um sentimento de eternidade. Procriando o ser humano participa do poder de Deus. Como em Deus, a criação é um transbordamento de si mesmo, a procriação é transbordamento da riqueza interior do homem e da mulher. Quer dizer que não basta a união conjugal, é preciso formar família, tão querida por Deus. Na ordem da Redenção e da Graça, Cristo abençoou copiosamente este amor à imagem da sua relação com Igreja. E assim como Deus vem ao encontro do seu povo, numa aliança de amor e fidelidade, Cristo, Salvador dos seres humanos e esposo da Igreja, vem ao encontro dos esposos com o sacramento do matrimônio. E não só vem ao encontro, como permanece com eles.
         O divórcio acaba com tudo isso, pois esfacela a relação e fragmenta a família, causando sofrimento para todos, principalmente para os filhos. O matrimônio é plano original de Deus, enquanto o divórcio é plano da mesquinhez e limitação humana. O divórcio nasce da dureza do coração das pessoas e não permite plena realização: “não é bom que o ser humano esteja só”, mas também não é bom “pular de galho em galho” ao bel prazer. Deus, quando faz as coisas, faz tudo bem feito, pois só sabe fazer assim. Quando ousamos intervir naquilo que Deus fez bem feito, facilmente prevalecem nossas limitações. Jesus confirma a ação e desejo originais de Deus e condena o divórcio nas suas inúmeras direções. Embora o divórcio não seja aceito, devemos agir sempre com caridade para com os divorciados, possibilitando a sua participação das atividades eclesiais. Todo julgamento compete a Deus.
         É preciso salvar a família. A família pode e deve ser formadora de opinião, resgatando aquilo que é mais sagrado: ser promotora de valores que possibilitem ao ser humano o desenvolvimento integral de suas potencialidades. Os pais devem testemunhar que suas vidas pertencem a Deus; devem fazer de seu lar verdadeira “igreja doméstica” a fim de que os filhos possam se aproximar das “coisas” de Deus, visto que é o próprio Deus os atrai para si. A realidade de nossas famílias nem sempre favorece um ambiente orante e o cultivo de uma fé fervorosa que possibilite uma participação e comprometimento eclesial. Assim como nossa família deve ser uma “igreja doméstica”, Devemos fazer da comunidade eclesial extensão da nossa família, deixando-nos amar verdadeiramente por Deus e unir esforços para superarmos as ocasiões que levam à separação e a divisão. Que cultivemos, em nossas famílias, a fidelidade e o perdão para fortalecermos sempre mais os laços de amor que nos unem.
Axé!
Pe. Degaaxé

sexta-feira, 5 de outubro de 2012

EL BIEN QUE LAS OTRAS PERSONAS SON CAPACES DE HACER


Delante de la pluralidad religiosa, que busca responder a una única realidad divina que se revela, la actitud más sensata es el diálogo sincero, pués sólo ganamos y crecemos. El diálogo interreligioso es el resultado de una conciencia madura entre los fieles de las diversas religiones respecto de lo que Dios está revelando a todos y todas. No podemos imaginar que Dios sea como un padre que tiene muchos hijos y que escoge a unos y a otros los desprecia. Su luz alcanza a todas las personas. Él se revela salvando porque ama, y salva amando. Cada religión poseé aspectos de la misma revelación que pueden complementar lo que es recibido por las otras. Las personas que participan en las diversas religiones buscan, por diversos medios, el verdadero sentido para sus vidas y son salvas no a pesar de sus religiones, y si a través de ellas.

Si usamos las Sagradas Escrituras, aunque en el Antiguo Testamento se hable de un pueblo que se decía “electo” y por lo tanto se creía con el derecho de despreciar a los demás, encontramos muchas señales de reconocimiento del modo libre con que Dios actúa. Encontramos muchos testimonios en los profetas, pero queremos reflexionar un poco sobre la figura de Moisés, que es considerado “libertador” para los israelitas. De a poco Moisés se va acomodando en la tarea de guiar el pueblo y se queja de no tener fuerzas para llevarlo adelante solo, y Dios reconoce, concediendo su Espíritu también a otras personas para que puedan colaborar con él en su ministerio pastoral (Núm 11, 25-29). Mientras Moisés sentía que podía con todo solo, apenas hubo agotamiento y stress, pues el pueblo continuaba siempre insatisfecho, reclamando de mala manera. Dios solamente interviene cuando Moisés reconoce las propias flaquezas y limitaciones. No es la primera vez que esto acontece, pués en Éxodo 18 también Moisés se presenta como centralizador, con actividades acumuladas sin necesidad. La situación se torna dramática: el agotamiento de él y la insatisfacción del pueblo. Dios inspiró Jetro, suegro de Moisés, a darle un consejo: “distribuyendo las actividades, tú no te cansarás y el pueblo quedará satisfecho”. Y así sucedió para el bien de todos y todas.

Si tomamos el NuevoTestamento, los casos se multiplican, pués Jesús trae un mensaje universal, diferente del exclusivismo judío. En una de las partes del Evangelio de Marcos (Mc 9, 38-48), los discípulos habían prohibido a alguien hacer el bien en nombre de Jesús, diciendo: “Él no nos sigue y por eso se lo prohibimos”. Existe aquí una gran equivocación, la propuesta de seguimiento es a Jesús, no a sus discípulos. El predominio del exclusivismo que mantenemos sobre Jesús nos puede tornar fanáticos, y el fanatismo no admite alteridad ni diferencia. Los otros serán siempre una amenaza y deben ser eliminados. Jesús reconoció fe y buenas acciones en personas que venían a su encuentro y no eran del grupo de los elegidos. Hay personas que se dicen seguidoras de Cristo, pero no admiten que miembros de otras iglesias y religiones puedan dar lección de amor, honestidad, no violência, servicio, generosidad y dedicación a los demás. El Papa Benedicto XVI alerta: “ debemos ser amigos y no dueños de Jesús”.

El Espíritu de Jesús sopla donde quiere, tornandonos instrumentos de la Palabra de Dios, en unidad con tantas otras personas. Tardamos mucho para percibir eso y entramos en crisis cuando descubrimos que otras personas, de afuera de nuestro grupo, también reciben el mismo don que nosotros recibimos. Dios no se deja encerrar en las rejas de nuestras Iglesias, parroquias o grupos. Tampoco tiene sentido cualquier monopolio de servicios y ministérios dentro de la Iglesia. Hacemos un bien inmenso, pero debemos reconocer que otros también lo hacen. Y eso, a veces, nos deja inquietos y preocupados. ¿Por qué será que eso pasa? Seguramente porque detrás de todo el bien que hacemos ni siempre hay una recta intención. Muchas veces es fruto del orgullo y la vanidad acumulados. Nos preocupamos porque tememos perder el prestigio, que es nuestra gran seguridad. Si de hecho fuese santa la intención por la que hacemos las cosas, debemos alegrarnos también cuando otros se despiertan para hacer el bien, como nosotros.

Hay personas que gustarían esperar lo mejor de nosotros, pero muchas veces se sienten tan escandalizadas que hasta dejan de creer. Jesús insiste que no debemos escandalizar a los pequeños que creen, o nuestra conducta en cualquier forma, dificultará la fe de otros. Colocar obstáculos a aquellos que todavía no desenvolvieron una fe madura, nos trae graves responsabilidades. Lejos de querer eliminar a los otros, lo que debemos hacer es eliminar las ocasiones que nos llevan a pensar que somos mejores que los otros. Nuestra vida necesita algunos cambios profundos: hábitos, mentalidad, posturas. Cambios superficiales nos dejan equivocados, engañados y más pretenciosos. Nos falta corage para admitir que somos limitados y que no estamos llegando a las personas en lo que ellas más necesitan, porque perdemos de vista lo esencial. Más que nunca, necesitamos de una profunda conversión interior para ver la existência del bien más allá de lo que los límites de nuestras intituciónes y de nuestras capacidades nos hacen percibir.

Axé
Pe Degaaxé

Tradução: María Erika Martínez

quarta-feira, 3 de outubro de 2012

O BEM QUE AS OUTRAS PESSOAS SÃO CAPAZES DE FAZER

       Diante da pluralidade religiosa, que busca responder à única e mesma realidade divina que se revela, a atitude mais sensata é o diálogo sincero, pois só temos a ganhar e crescer. O diálogo inter-religioso é resultado de uma consciência amadurecida entre os fiéis das diversas religiões a respeito do que Deus está revelando a todos e todas. Não podemos imaginar que Deus seja como um pai que tem muitos filhos, mas que escolhe alguns e aos outros despreza. A sua luz alcança a todas as pessoas. Ele se revela salvando porque ama e salva amando. Cada religião possui aspectos da mesma revelação que podem complementar o que é recebido pelas outras. As pessoas que participam das diversas religiões buscam, por diversos meios, o verdadeiro sentido para as suas vidas e são salvas não apesar de suas religiões, mas sim através delas.  
         Se usarmos as Sagradas Escrituras, mesmo que no Antigo Testamento se fale de um povo que se dizia “eleito” e, portanto, se achava no direito de desprezar os demais, encontramos muitos sinais de reconhecimento do modo livre de Deus agir. Encontramos muitos testemunhos nos profetas, mas queremos refletir um pouco sobre a figura de Moisés, considerado ‘libertador’ para os Israelitas. Aos poucos Moisés vai se acomodando à tarefa de ser guia do povo e se queixa de não ter força para carregar o povo sozinho e Deus reconhece, concedendo seu Espírito também a outras pessoas para que possam colaborar com ele em seu ministério pastoral (Nm 11, 25-29). Enquanto Moisés sentia que podia tudo sozinho, apenas houve esgotamento e stress, pois o povo continuava sempre insatisfeito, reclamando de mau atendimento. Deus somente intervém quando Moisés reconhece as próprias fraquezas e limitações. Não é a primeira vez que isso acontece, pois em Êxodo 18 também Moisés se apresenta como centralizador, com acúmulo de atividade, desnecessariamente. A situação se torna dramática: esgotamento dele e insatisfação do povo. Deus inspirou Jetro, sogro de Moisés, a dar-lhe um conselho: “distribuindo as atividades, tu não te esgotarás e o povo ficará satisfeito”. E assim aconteceu para o bem de todos e todas.
         Se tomamos o Novo Testamento, os casos se multiplicam, pois Jesus traz uma mensagem universal, diferente do exclusivismo judaico. Em um dos trechos do Evangelho de Marcos (Mc 9, 38-48), os discípulos haviam proibido alguém de fazer o bem em nome de Jesus, dizendo: “Ele não nos segue e por isso nós o proibimos”. Existe aqui um grande equívoco, pois a proposta de seguimento é a Jesus e não aos discípulos. A predominância do exclusivismo que mantemos sobre Jesus pode nos tornar fanáticos e o fanatismo não admite alteridade nem diferença. O outros serão sempre uma ameaça e devem ser eliminados. Jesus reconheceu fé e ações boas em pessoas que vinham ao seu encontro e que não eram do grupo dos escolhidos. Há pessoas que se dizem seguidoras de Cristo, mas não admitem que membros de outras igrejas e religiões possam dar lição de amor, de honestidade, de não violência, de serviço, de generosidade, de dedicação aos demais. O papa Bento XVI alerta: “devemos ser amigos de Jesus e não donos”.
        O Espirito de Jesus sopra onde quer, tornando-nos instrumentos da Palavra de Deus, juntamente com outras tantas pessoas. Demoramos muito para perceber isso e entramos em crise quando descobrimos que outras pessoas, de fora do nosso grupo, também recebem o mesmo dom que nós recebemos. Deus não se deixa prender nas cercas de nossas igrejas, paróquias ou grupos. Também não tem sentido qualquer monopólio de serviços e ministérios dentro da Igreja. Fazemos um bem imenso, mas devemos entender que outros também fazem. Isso, às vezes, nos deixa inquietos e preocupados. Por que será que isso acontece? Certamente, porque, por trás do bem que fazemos nem sempre tem uma reta intenção. Muitas vezes é fruto de orgulho e vaidade acumulados. Preocupamo-nos porque tememos perder o prestígio, que é nossa grande segurança. Se de fato for santa a intenção pela qual fazemos as coisas, devemos nos alegrar quando outros também despertam para fazer o bem como nós.
        Há pessoas que gostariam de esperar o melhor de nós, mas muitas vezes se sentem tão escandalizadas que até deixam de crer. Jesus insiste que não devemos escandalizar os pequenos que creem, ou seja, a nossa conduta, de modo algum, deve dificultar a fé dos outros. Colocar obstáculos àqueles que ainda não desenvolveram uma fé amadurecida, nos trás graves responsabilidades. Longe de querer eliminar os outros, devemos é eliminar as ocasiões que nos levam a pensar que somos melhores que os outros. A nossa vida precisa de alguns cortes profundos: hábitos, mentalidade, posturas. Cortes superficiais apenas nos deixam equivocados, iludidos e ainda mais pretenciosos. Nos falta coragem para admitir que somos limitados e que não estamos atingindo as pessoas no que elas mais precisam, porque perdemos de vista o essencial. Mais do que nunca, precisamos de uma conversão interior profunda para enxergarmos a existência do bem além do que os limites de nossas instituições e de nossas capacidades nos fazem perceber.

Axé
Pe. Degaaxé