sábado, 4 de março de 2023

EL CAMINO DE LA REALIZACIÓN AUTÉNTICA.

 

Reflexión sobre Génesis 12, 1-4a; 2Tim. 1, 8b-10; Mateo 17, 1-9.




 

El camino de aquellos que creen en Dios está lleno de sentido, porque caminan en la esperanza de la vida eterna[1]. El ser humano es un “buscador de Dios” desde el nacimiento. Después de cada paso, estamos invitados a dar el siguiente, pues existe dentro de nosotros una fuerza que nos empuja hacia adelante, diciéndonos que el “horizonte todavía no llegó”, pero que es necesario continuar caminando. A lo largo del camino hay muchas “cosas” para dejar, pues cada nueva fase de nuestra vida nos lleva a encontrar “cosas” nuevas.

Para alcanzar la felicidad plena de nuestras vidas no necesitamos apuro, sino la decisión que, acompañada por la fe, encuentra su correcta dirección en el mismo Dios que nos atrae hacia sí, de acuerdo con el teólogo Agustín, que dice: “Oh Dios, tú nos hiciste para Ti y nuestro corazón vive inquieto hasta reposar en ti”. Fijando nuestra mirada en Jesús, que se transfigura, es fácil entender el verdadero sentido de nuestra vida y también del universo entero con nosotros[2]. Es en esta perspectiva que estamos invitados a reflexionar sobre la invitación que Dios hace a Abraham, la invitación de Jesús a sus discípulos para estar junto a él en lo alto de la montaña, y la invitación a la santidad hecha a Timoteo.

Abraham es conocido como el “nuestro padre en la fe”, porque fue la primera persona que creyó contra toda expectativa humana. Él fue invitado a iniciar un viaje, no sabía a dónde debía llegar, pero eligió creer en Dios y aceptar su promesa como garantía para el viaje. Todas las cosas dichas por Dios se volvieron realidad, porque es fiel a Aquel que promete. Abraham no estaba caminando solamente en busca de la realización de un proyecto personal de vida, principalmente para hacer la voluntad de Aquel que lo llamó. Pues nuestro caminar no es tan diferente al de Abraham. Tal vez nos falta una fe como la suya para soñar con Dios.

El evento de la transfiguración de Jesús ocurrió seis días después que reveló que debía sufrir, morir y resucitar. Al mismo tiempo, él invitó a sus discípulos a unirse a él en esta causa a través del “negarse a sí mismos, cargar con la propia cruz y seguirlo”. Verdaderamente esto fue contra todas las expectativas que tenían sobre el hombre que habían reconocido como el Cristo de Dios. Están desilusionados y se preguntan se todavía vale la pena seguir a un maestro que no tiene nada mas que ofrecer que la muerte en una cruz. Aunque Jesús había hablado también sobre el tema “resurrección”, sus corazones ya estaban abatidos y no podían entender muy bien.

Entonces, Jesús tomó consigo a algunos de ellos, Pedro, Santiago y Juan, para acompañarlo al Monte Taboa. Allí en la montaña Jesús fue transfigurado delante de ellos. Esta fue una experiencia de transfiguración para ellos. Él mostró un poco de su gloria y la realidad futura de aquellos que lo siguen fielmente. Jesús los invita a hacer la experiencia de lo “alto” para que puedan ver mejor, entender el sentido de su entrega y el sentido de la participación de ellos en su misión. Con eso el evangelista quiere mostrar que ese mismo Jesús que camina para la cruz, es el Hijo amado del Padre, la revelación máxima de Dios. Nadie más puede revelar a Dios como él lo hace.

La presencia de Moisés y Elías recuerda la referencia de la revelación en el Antiguo Testamento. Ambos hablaban con Jesús mostrando que no hay ruptura entre la enseñanza de ellos y la de Jesús, sino una conexión y continuidad. Aún, según la voz del Padre, es Jesús quien tiene la autoridad para enseñar e interpretar correctamente lo que fui dicho a los Ancestros: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”. Todos están invitados a escucharlo[3]. Escuchar es un verbo muy significativo en la experiencia bíblica. Indica la actitud correcta del judío fiel ante la Palabra de Dios, asumiendo el compromiso de practica lo que oyó. Entonces, escuchar la Palabra está correlacionado con su práctica.

Los discípulo tenían el deseo de permanecer en la montaña, pero una voz del cielo los invitó a oír y obedecer a Jesús. Muchas veces Dios nos invita a hacer experiencia de Su presencia como sucedió con Abraham, como aquellos en la montaña o como Timoteo, esto es, a sufrir por el Evangelio. Este evangelio recibido con una escucha atenta no hace entender quien es Dios y quienes somos nosotros. Él nos hace entender que “una existencia hecha donación no es fracaso, aun si termina en la cruz”. La prueba de eso es la vida que resplandece de la cruz de Jesús, mostrando el verdadero sentido de una vida comprometida en el servicio a los hermanos y hermanas.

Según el Papa Francisco, “la vida cristiana es un camino, no triste sino alegre” porque no conduce a la muerte sino a la verdadera vida. Este caminar está hecho de “escalar la montaña” para dar la vida en la experiencia fraterna y solidaria. Como los discípulos, también nosotros a veces somos tentados a la desilusión porque no comprendemos la lógica de Dios y su designio de bondad y sabiduría. La respuesta a nuestros miedos y desilusiones viene de lo alto de la montaña donde Jesús muestra que “la auténtica realización de una persona se da con la entrega de la propia vida”. Que su elección nos motive a vivir como hijos amados, como él, a amar hasta el fin y a celebrar la victoria de la vida sobre la muerte.  


Fr Ndega

Traduciòn: Nòmade de Dios 



[1] Hago aquí una referencia al autor L. Wittgenstein en su reflexión sobre el factor místico y religioso del ser humano. Según él, “creer en Dios es comprender la cuestión del sentido de la vida. Creer en Dios es afirmar que la vida tiene sentido. Sobre Dios, que está más allá de este mundo, no podemos hablar. Y sobre lo que no podemos hablar, debemos callar” (Tractatus 7). Y se completa en la afirmación de Ernest Bloch, citado por LB en su artículo La religión como fuente de utopías salvadoras, que dice: “Donde hay religión, hay esperanza”.

[2] Es oportuno citar aquí un fragmento de un gran teólogo que continúa ayudándonos con sus profundas reflexiones en sectores no eclesiales: “Jesús es apenas el primero de muchos hermanos y hermanas; también la humanidad, la tierra y el propio universo serán transfigurados para ser el Cuerpo de Dios. Por lo tanto, nuestro futuro es la transfiguración del universo y todo lo que contiene, especialmente la vida humana… Tal vez sea ésta nuestra gran esperanza, nuestro futuro absoluto”. (LB)

[3] Jesús es la máxima revelación de Dios. No hay otro que pueda hacer lo que él hace. De hecho, Dios habló a los ancestros en el pasado, pero “en estos días” todo lo que Dios continúa revelando a las personas lo hace a través de su Hijo Jesús. Hasta aquellos que no conocen a Jesús reciben la revelación de Dios a través de él. En los hermanos/as que son capaces de ayudar en nombre de Cristo, ellos pueden encontrarse con Cristo que se identificó con los necesitados de todos los tiempos (cf. Mt 25, 31-46). El criterio es el amor/compasión. Sus actos de compasión hablan de Cristo Jesús.

sexta-feira, 3 de março de 2023

O CAMINHO DA REALIZAÇÃO AUTÊNTICA

 

Reflexão sobre Gênesis 12, 1-4a; 2Tm 1, 8b-10; Mateus 17: 1-9




 

    A caminhada daqueles que creem em Deus é plena de sentido, porque caminham na esperança da vida eterna[1]. O ser humano é um “buscador de Deus” desde o seu nascimento. Após cada passo, somos convidados a dar o seguinte, pois existe dentro de nós uma força que nos empurra para frente, dizendo-nos que o “horizonte ainda não chegou”, mas que é preciso continuar caminhando. Ao longo do caminho há muitas “coisas” a serem deixadas, pois cada nova fase da nossa vida nos leva a encontrar “coisas” novas.

    Para alcançar a plena finalidade de nossas vidas, não precisamos de pressa, mas de decisão que acompanhada pela fé, encontra sua correta direção em Deus mesmo que nos atrai a si, de acordo com o teólogo Agostinho, que disse: “Ó Deus, tu nos fizeste para Ti e o nosso coração vive inquieto até repousar em ti”. Fixando nosso olhar em Jesus, que se transfigura, é fácil entender o verdadeiro sentido de nossa vida e também do universo inteiro conosco[2]. É nesta perspectiva que somos convidados a refletir sobre o convite que Deus faz a Abraão, o convite de Jesus aos seus discípulos de andarem junto com ele ao “topo da montanha” e o convite à santitade feito a Timoteo.

    Abraão é conhecido como o “nosso pai na fé”, porque ele foi a primeira pessoa que acreditou contra toda humana expectativa. Ele foi convidado a iniciar uma viagem. Ele não sabia onde devia chegar, mas ele escolheu acreditar em Deus e aceitar a sua promessa como garantia para a viagem. Todas as coisas ditas por Deus se tornaram realidade, porque é fiel Aquele que promete. Abraão não estava caminhando somente em busca da realização de um projeto pessoal de vida, mas - e principalmente - para fazer a vontade daquele que o chamou. Pois é, nossa caminhada não tão é diferente daquela de Abraão. Talvez nos falta uma fé como a sua para sonhar com Deus.

    O evento da transfiguração de Jesus ocorreu seis dias após ele ter revelado que devia sofrer, morrer e ressuscitar. Ao mesmo tempo, ele convidou os seus discípulos a se juntarem a ele nesta causa através do “negar-se a si mesmo, carregar a própria cruz e segui-lo”. Verdadeiramente isto foi contra todas as expectativas deles sobre o homem que eles tinham reconhecido como o Cristo de Deus. Estão desiludidos e se perguntam se ainda vale a pena seguir um mestre que não tem mais nada a oferecer do que a morte numa cruz. Embora Jesus tinha falado também sobre o tema “ressurreição”, seus corações já estavam abalados e não conseguiram entender muito bem.  

    Então, Jesus tomou consigo alguns deles, Pedro, Tiago e João, para acompanhá-lo ao topo do Monte Tabor. Lá na montanha, Jesus foi transfigurado diante deles. Esta foi uma experiência de transfiguração também para eles. Ele mostrou um pouco de sua glória e a realidade futura daqueles que o seguem fielmente. Jesus os convida a fazer a experiência do “alto” para que passam enxergar melhor, entender o sentido da sua entrega e o sentido da participação deles na sua missão. Com isso, o evangelista quer mostrar que esse mesmo Jesus que caminha para a cruz, é o Filho amado do Pai, a revelação maxima de Deus. Ninguém mais pode revelar Deus como ele faz.   

    A presença de Moisés e Elias recorda a referência da revelação no Antigo Testamento. Ambos falavam com Jesus mostrando que não há ruptura entre o ensinamento deles e o de Jesus, mas conexão e continuidade. Todavia, segundo a voz do Pai, é Jesus quem tem a autoridade de ensinar e interpretar corretamente o que foi dito aos Ancestrais: “Este é o meu Filho amado, escutai-o”. Todos estão convidados a escutá-lo[3]. Escutar é um verbo muito significativo na experiência bíblica. Indica a atitude correta do judeu fiel diante da Palavra de Deus, assumindo o compromisso de praticar o que ele ouviu. Então, escutar a Palavra està correlacionado com a sua prática.

    Os discipulos haviam o desejo “de permanecer na montanha, mas uma voz do céu os convidou a ouvir e obedecer Jesus.” Muitas vezes Deus nos convida a fazer experiência de Sua presença como aconteceu com Abraão, como aqueles na montanha ou como Timoteo, isto é, a sofrer pelo evangelho. Este evangelho acolhido com uma escuta atenta nos faz entender quem é Deus e quem somos nòs. Ele nos faz entender que “uma existência feita doação nao é fracassada, mesmo se termina na cruz”. A prova disso é a vida que resplandece da cruz de Jesus mostrando o verdadeiro senso de uma vida comprometida no serviço dos irmãos e irmãs. 

    Segundo o Papa Francisco, “a vida cristã é um caminhada, non triste mas alegre” porque não conduz à morte mas à verdadeira vida. Esta caminhada é feita de “escalar a montanha”, para a experiência intima e pessoal com Deus e “descer da montanha” para doar a vida na experiência fraterna e solidaria. Como os discípulos, também nós às vezes somos tentados à desilusão porque não compreendemos a lógica de Deus e o seu desígnio de bondade e sabedoria. A resposta aos nossos medos e desilusões vem do alto da montanha onde Jesus mostra que "a autêntica realização de uma pessoa acontece com a doação da própria vida". Que sua escolha nos motive a viver como filhos amados como ele, a amar até o fim e a celebrar a vitória da vida sobre a morte.


Fr Ndega

[1] Faço aqui uma referência ao autor L. Wittgenstein em sua reflexão sobre o fator místico e religioso no ser humano. Segundo ele, “crer em Deus é compreender a questão do sentido da vida. Crer em Deus é afirmar que a vida tem sentido. Sobre Deus, que está mais além deste mundo, não podemos falar. E sobre o que não podemos falar, devemos calar” (Tractatus,7). E se completa na afirmação de Ernest Bloch, citado por LB em seu artigo La religión como fuente de utopías salvadoras, que diz: “Onde há religião, há esperança”.

[2] É oportuno citar aqui um fragmento de um grande teólogo que continua a nos ajudar com suas profundas reflexões em setores não eclesiais: “Jesus é apenas o primeiro de muitos irmãos e irmãs; também a humanidade, a terra e o próprio universo serão transfigurados para ser o Corpo de Deus. Portanto, nosso futuro é a transfiguração do universo e tudo o que ele contém, especialmente a vida humana... Talvez seja esta nossa grande esperança, nosso futuro absoluto”. (LB)

[3] Jesus é a máxima revelação de Deus. Não há outro que possa fazer como ele faz. De fato, Deus falou aos nossos Ancestrais no passado. Mas “nestes dias”, tudo o que Deus continua a revelar as pessoas ele o faz através do seu Filho Jesus. Até aqueles que não conhecem Jesus recebem a revelação de Deus através dele. No irmão/ã que são capazes de ajudar, em nome de Cristo, eles podem encontrar com Cristo que se identificou com os necessitados de todos os tempos (cf. Mt 25, 31-46). O critério é o amor/compaixão. Seus atos de compaixão falam de Cristo Jesus.

quarta-feira, 1 de março de 2023

LA ENSEÑANZA QUE VIENE DEL DESIERTO.

 

Reflexión sobre Génesis 2, 7-9; 3, 1-7; Romanos 5, 12- 19: Mateo 4, 1 – 11




 

El ser humano fue hecho del barro de la tierra, a fin de recibir la vida de Dios en él. Además de un buen lugar para vivir, el ser humano recibió todos los dones que necesitaba para vivir en comunión con Dios y en armonía con la naturaleza, que es parte de su propio ser. Pero la tentación de usar sus dones para sí mismo lo llevó a abandonar la comunión con Dios y organizar su vida de manera diferente a la que Dios había pensado para él. El primer ser humano prefirió obedecer a la serpiente – que es un símbolo del diablo – antes que obedecer a Dios. Esta situación resultó en la muerte para todos. Es Jesús el “verdadero hombre”, que ha rescatado el plan de Dios y superado al maligno a través de su obediencia al Padre. Esta elección suya marcó toda diferencia, porque trajo la vida para todos y todas.

Todo lo que Jesús hizo alcanzó el éxito con la ayuda del Espíritu Santo. Es este Espíritu que lo conduce al desierto, donde también fue tentado por el diablo. Verdaderamente, él mostró su compromiso con la condición humana. Por ejemplo, fue para el desierto después de su bautismo. Aunque él no tenía necesidad de ser bautizado, recibió esta experiencia en solidaridad con nosotros, que somos pecadores, y por respeto al trabajo de Juan el Bautista. Del mismo modo, él aceptó ser tentado en el desierto. Él quiere mostrarnos que “después del bautismo, muchas tentaciones nos vienen”. Sin embargo, aunque él fue tentado en el desierto, “eligió permanecer fiel a Dios”. Él sabía muy bien que era Hijo de Dios y que vino para hacer la voluntad del Padre. En resumen, es el Espíritu Santo que lo ayudó a ser fiel al plan de Dios.

En su experiencia en el desierto, Jesús ayunó durante cuarenta días. Cuarenta es un número simbólico que significa “un largo tiempo”. Antes que él, tenemos algunos ejemplos de líderes bíblicos que, antes de abrazar una nueva misión o antes de un evento importante, se dejaban guiar al desierto y permaneció allí sin comer por un buen tiempo, esto es, un tiempo suficiente para que pudiesen prepararse bien para la misión que Dios les confió. Recordemos los cuarenta días que Moisés permaneció en el Monte Sinaí para recibir los Diez Mandamientos; y los cuarenta días de Elías caminando al Monte Horeb para encontrarse con Dios y recibir instrucciones para su misión como profeta. El número cuarenta se aplica también para hablar de la cantidad de años que el Pueblo de Israel permaneció en el desierto antes de entrar en la Tierra Prometida. Para esas personas este período fue de purificación y de madurez. Pero, infelizmente ellos no aprovecharon esta experiencia como lo hizo Jesús.

La experiencia del desierto es un especial período debido a la oportunidad de soledad, purificación y maduración. Pero también nuestra vida diaria es experiencia de desierto donde somos guiados por el Espíritu de Dios, pero también tentados por el espíritu del mal que intenta quitar el valor a los elegidos de Dios. El tentador comenzó a partir de algo muy pequeño, aprovechando la disminución de las fuerzas del cuerpo de Jesús causada por el ayuno que había hecho. Todas las tentaciones estaban dirigidas contra el tipo de mesianismo que Jesús había elegido, para cumplor su misión. Jesús fue tentado a usar su poder en beneficio propio y no por amor, compasión y servicio son hermanos y hermanas. Él fue tentado también a buscar su propia gloria, en vez de proclamar la gloria de Dios y su Reino. Las tres tentaciones de Jesús significan una realidad concreta que experimentó en todos los momentos de su misión. Sin embargo, él venció todas pues actuaba por el Espíritu Santo y era obediente al Padre.

Las tentaciones del tener, del poder y prestigio que Jesús enfrentó, no le impidieron hacer la voluntad de Dios. Si eso sucedió con él, con Adán y con los israelitas en el desierto, también nosotros somos tentados a vivir sin confiar lo suficiente en la ayuda de Dios. Las trampas del tentador nos llevan a preferir usar la autoridad antes que el servicio, a ordenar antes que obedecer, a engañar antes que ayudar, a obligar antes que sugerir, a buscar privilegios antes que amar, a ser hipócritas antes que auténticas seres humanos. Como Jesús ya ha derrotado al enemigo de Dios, su elección es motivación para que también nuestras elecciones puedan hacer la diferencia. De acuerdo con San Agustín “Si en Cristo somos tentados, también en él venceremos al diablo. Cristo podría lanzar al diablo bien lejos de sí; pero si él no hubiese sido tentado no nos enseñaría cómo vencer la tentación”. Verdaderamente, quien sigue su ejemplo de obediencia al Padre y la apertura a la ayuda del Espíritu Santo es capaz de hacer la voluntad de Dios superando todas las tentaciones.


Fr Ndega

Traducion: Nòmade de Dios