domingo, 10 de outubro de 2021

LA ELECCIÓN QUE NOS TRAE ALEGRÍA PLENA

 

Reflexión a partir de Sab. 7,7-11 ; Heb. 4, 12-13; Mc 10, 17-30



 

El tema central de esta reflexión es la Sabiduría. Ésta tiene su origen en Dios y se volvió visible en la persona de Jesucristo, quien se declaró una vez como “Pan bajado del cielo”, esto es, Sabiduría de Dios encarnada en las realidades humanas, fecundándolas. En este sentido, es sabia solamente la persona que tiene plena adhesión a las enseñanzas de Jesús, condición para la alegría plena.

La lectura del libro de la Sabiduría, en estrecha relación con el Evangelio, retoma el testimonio de Salomón, que elige la sabiduría en vez del poder y de las riquezas. La sabiduría no puede ser comparada a nada que exista en esta tierra. Es un don de lo alto y es dado a quien lo busca y lo prefiere, en vez de otras cosas. Debemos pedirla con humildad y perseverancia, conscientes de que es interés de Dios darnos ese don para que podamos hacer elecciones según su voluntad, como el mismo Salomón lo hizo.

Los versículos de la carta a los Hebreos traen un himno a la Palabra de Dios. Ella es viva y eficaz, por eso mismo, tiene la capacidad de penetrar profundamente en nuestro ser, capacitándonos a hacer toda buena obra. Es de la Palabra que nos viene la capacidad de discernir, porque es fuente de sabiduría. Cuando recibimos bien esta Palabra y permitimos su acción en nuestra vida, ella  va transformando poco a poco nuestro corazón de piedra, volviéndolo sensible y disponible a las propuestas divinas.

A lo largo de la vida pública de Jesús, muchas personas fueron a su encuentro, dejándose tocar y transformar por su palabra. Jesús puede, muchas veces, experimentar alegría y satisfacción por los resultados positivos de su campaña vocacional. Pero, con aquel hombre que aparece en el Evangelio de hoy la situación fue otra, pues, aunque traía el ansia de la vida eterna su corazón no podía alcanzar vuelos más altos, porque todavía estaba preso. De hecho, el hombre era celoso, servicial, seguía los mandamientos, pero vivía sin mucho sentido, porque su vida se resumía al cumplimiento de las reglas y los bienes que poseía.

Jesús le dirige una mirada de afecto, propia de quien quiere confiar algo muy precioso a alguien porque sabe que este alguien tiene potencial para corresponder. La invitación de seguir a Jesús, entonces, parte de una mirada que penetra hondo, encanta y seduce. Considera la vivencia de la fe a través de los mandamientos, por lo tanto alarga el horizonte a través de una nueva propuesta de vida, no basada en el cumplimiento de las reglas ni su rigos, sino en el desapego y compartir de los bienes, osea, Jesús invita a seguirlo con sabiduría.

Es necesario que suceda también para nosotros una verdadera transformación, pues la Palabra de Jesús, que generalmente nos dirige trae una propuesta radical y lleva a algunas rupturas. O seguimos a Jesús, renunciando a lo superfluo, o nos quedamos con lo superfluo y renunciamos a Jesús. No da para optar por Jesús y continuar de la misma manera. Sin conversión no hay seguimiento verdadero.

Sentimos dificultades en hacer elecciones verdaderas porque pensamos mucho en lo que tenemos que renunciar. El hombre del Evangelio hizo la peor elección de su vida porque no quiso renunciar. “Que no cometamos el mismo error, porque cuando el Señor nos pide cosas tan grandes es sólo porque primero nos alcanzó con su mirada llena de amor, dándonos las condiciones para una respuesta de acuerdo con sus expectativas”. Y eso es suficiente para nosotros.

Delante de una realidad que se presenta llena de propuestas cada vez más atrayentes y encantadoras, es necesario mucha sabiduría y coraje profético para dar un paso tan significativo como este al cual nos invita Jesús hoy. Y por eso no es reservado solamente para los otros... Cada persona es llamada a cultivar un estilo de vida más simple y despojado, poniendo su esperanza más en Dios que en las cosas que posee. La dedicación al servicio fraterno y compartir los bienes en la comunidad prueban que entendemos que la vida eterna ya comienza aquí,  haciéndonos experimentar alegría multiplicada con cada gesto para el bien de los demás.

Dejémonos amar por el Señor y aceptemos su propuesta que nos asegura la verdadera libertad, condición fundamental para tener la vida eterna, osea, la vida de lo Eterno que comienza a partir del momento que decidimos seguirlo radicalmente. Que Él nos conceda la sabiduría para tener una postura adecuada delante de los bienes, y que podamos asumir nuestra vocación de discípulos con total disponibilidad para servirle en la persona de nuestros hermanos y hermanas.


Fr Ndega

Traducion: Nomade de Dios

 

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