segunda-feira, 14 de março de 2016

ESCLAVITUD INDIGENA EN BRASIL COLONIAL, PRELUDIO DE LA ESCLAVITUD DE LOS PUEBLOS NEGROS.



Quiero presentar en este blog, diversos artículos a partir de mi investigación NEGRITUD Y EXPERIENCIA DE DIOS. Deseo iniciar trayendo la cuestión indígena que, ad experimentum, no tuvo el resultado esperado, dejando a los negros y negras, la responsabilidad involuntaria del mantenimiento del estado de “preguicite” del colonizador deshumano.

Es sabido, en un sentido general, que la experiencia de Dios en la vida de diferentes personas y pueblos es determinante para un crecimiento más humano, en que la otredad no es una posibilidad, sino una realidad. Tratándose de comunidades afro, esta experiencia posee una evidencia notable por asumir características culturales, sin las cuales no tendría sentido su existencia. Sobre esta relación, ya se ha escrito y discutido mucho, pero todavía hay muchas preguntas sin respuestas. El objetivo aquí es descubrir y profundizar algunas manifestaciones afro, buscando relacionar el caminar de las diferentes comunidades que encuentran en la experiencia de los Sagrado, una manera de mantener vivas las raíces. Mi referencia son las culturas más influyentes: bantú e nagô (yoruba).

Habiendo sido invadida América, a fines del siglo XV (1492) y, en particular, Brasil, a inicios del siglo XVI (1500), la sed de riquezas, la ganancia económica y la falta de respeto cultural llevaran a los colonizadores a explorar el vasto interior brasileño, organizando expediciones, asentamientos, en busca de metales preciosos. Lo que en un primer momento, estas tierras les podían ofrecer eran unas pocas mercaderías, algunas plantas medicinales, o pau-brasil, papagayos multicolores y monitos divertidos; nativos sin ropa había a millares, pero nada de eso despertó, enseguida, gran interés de exploración. Algunos lo definían como tierra extraña, inhóspita, cubierta de vastas florestas y poblada por indios antropófagos. Con el avance de otras naciones europeas y temiendo perder todo eso, Portugal inicia, a partir de 1530, una devastación, que tienes sus restos hasta el día de hoy[1] .

Era necesario, más allá de lo que la tierra ofrecía, introducir nuevas culturas como la del azúcar, cuyo consumo comenzaba a crecer en Europa, y la agricultura comercial. Para desenvolver esta actividad, era necesario mano de obra y población local. Debido a las guerras, pestes y epidemias anteriores que causaron muchas pérdidas de personal, Portugal no disponía de gente, “casi sin cultura”, que viniese para trabajar en esta tierra, sin saber lo que le podría suceder en este nuevo Mundo. Apela entonces, para la esclavitud del nativo (indígena). Ya era hábito en Portugal, pues así sucedió con los descendientes de árabes conquistados y los prisioneros de guerra de África del Norte. Se estima que en 1550, 10% de la población de Lisboa eran esclavos negros. En cuanto a la población, era necesario que la corona portuguesa ofreciese considerables privilegios para atraer colonos blancos. Por eso la costa de Brasil fue dividida en doce sectores, por líneas paralelas, y toda la extensión del país, a partir del litoral y hasta el misterio de su interior, fue dada, a titulo de hereditario, a capitanes, que a cambio de dispensa de transporte e instalación recibían derecho de soberanía[2] sobre el territorio otorgado.

Necesitando de mano de obra para sus proyectos grandiosos, y viendo tanta “gente de la tierra” a disposición, parecía mucho más fácil al colonizador portugués implementar la esclavitud en Brasil. Al principio traía buenos resultados[3], pero no los esperados, pues, ávidos de lucro como eran, querían siempre más. Entonces comenzaron a  surgir algunas dificultades: “La primera y la más importante de ellas fue el estado de civilización aborigen, habituado al nomadismo y una cultura itinerante que no se podía someter al trabajo sedentario del mismo modo que a la disciplina, al método y al rigor de una vida organizada. La segunda fue la reacción de la Iglesia Católica contra la esclavitud del indio que impedía su cristianización”.[4]

Aún así, el resultado de todo esto ya es de nuestro conocimiento. Datos revelan que, de millones de indígenas, tenemos poco más de ciento cincuenta mil. Estos que restan están acorralados, esperando que hagan algo por ellos. Proyectos como este siempre fueron parte de la historia de nuestra Nación Brasil, en que algunos tienen que pagar, de la forma más maquiavélica posible, por las mayordomías y ganancias de los otros. Los cuadros se repiten principalmente en sectores empresariales y gubernamentales de nuestra sociedad. ¿Hasta cuándo?

Modjumbá axé!
Pe. Degaaxé
Traducion: Nomade de Dios




[1] Cf. BASTIDE, R. Religiones Africanas en el Brasil, ps. 47-50
[2] Cf. Id. Ibid. p. 48;
[3] Cf. Id. Ibid., p. 49
[4] Id. Ibid., ps. 49s.

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