Una reflexión a partir de Jn 16, 16-20
El tiempo que los
discípulos convivieron con Jesús no fue lo suficiente para asimilar el espíritu
y entender sus verdaderas intenciones. En este pasaje del Evangelio se hace
evidente el desencuentro de informaciones: “¿qué es lo que nos dice?... no
comprendemos lo que él está diciendo”. Sin embargo, este corto periodo fue
marcando en los discípulos un estilo de vida propio, de manera que solamente
estando con el Maestro encontraban sentido a sus vidas. Ahora son desafiados a
ver y convivir con el Maestro de otra manera. Ellos no se quedarán huérfanos,
pero el Maestro no estará presente como antes.
Humanamente hablando,
toda despedida es una pérdida y causa dolor. ¿Quién no vivió una situación así?
La “hora” de Jesús estaba llegando. Se trata de un tiempo decisivo – que
comprende la pasión, muerte y resurrección – a través de la cual el Hijo
glorificará al Padre y completará su misión. Prediciendo el impacto que esta
“hora” causaría en la vida de aquellos que él amaba mucho, Jesús los conforta y
orienta, afirmando que después de la tristeza causada por su ausencia vendrá la
gran alegría de la presencia. La situación es comparada al momento en que una
mujer está por dar a luz: ella llora, siente dolor, pero después siente una
gran alegría por haber generado un ser humano para el mundo. La tarea de los
discípulos por lo tanto, es no dejar que
la tristeza determine los próximos pasos, pues es apenas una preparación para
el tiempo de la alegría que vendrá. Se fuese así, habría sido en vano dejar
todo para seguir al Maestro.
El tiempo es precioso
para Jesús y debe serlo también para nosotros. No estamos hablando precisamente
de kronos (cantidad de tiempo), sino
de kairós, como tiempo oportuno,
calidad de tiempo. Esta es la comprensión del evangelio de Juan sobre el tiempo
que está cerca de la comprensión africana. En muchas comunidades de África se
comprende el tiempo en el sentido religioso, del nacimiento hasta la muerte. Lo
más importante no es el tiempo en sí, sino el evento de celebrar en determinado
tiempo (cf. African Bible, p. 1874). Cada momento de la vida debe ser vivido
intensamente, pues es una nueva oportunidad de crecimiento personal y de
discernimiento de los llamados de Dios. Se trata de un tiempo que se llama hoy,
a través del cual estamos siendo amados, llamados, visitados. El Dios que viene
a nuestro encuentro quiere ser reconocido y recibido. Sin el esfuerzo de la
apertura es imposible la alegría del encuentro.
Pe. Degaaxé
Tradução: nómade de Dios.
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