sexta-feira, 8 de março de 2013

LA SITUACIÓN DE LOS POBRES TIENE MUCHO QUE VER CON NOSOTROS

A través de la parábola del pobre Lázaro y del rico opulento, el evangelio llama la atención sobre una dura realidad: la gran desigualdad entre las personas. La Iglesia de América Latina ya denunciaba, en la década de 70: las estructuras injustas vienen generando ricos cada vez más ricos a costa de pobres, cada vez más pobres. Esta situación es totalmente desaprobada por Dios que, en su bondad, hace llover sobre justos e injustos, buenos y malos a fin de que aquello que él hizo para todos esté a disposición de todos. El cántico de María da un buen testimonio de esta realidad en una explosión de júbilo por la forma de actuar de Dios, igualando los desiguales para que puedan convivir de igual a igual. En fin, no debe haber ni vencidos ni vencedores, sino hermanos y hermanas con igualdad de derechos y dignidad.
Dios se identifica con la situación de los más débiles y pobres. Toda injusticia hecha contra ellos toca la imagen de Dios que representan. En la vida eterna, la situación se invierte, comprobando que Dios nunca abandona a quien en Él confía. Quien utiliza de aquello que posee para despreciar a los otros tira su vida a la basura, pués vida realizada nos consiste en abundancia de bienes, sino en la capacidad de hacer el bien. Como decía sabiamente San Juan Calabria: “Los pobres están ahí para que los ricos se puedan salvar”.
La cuaresma nos recuerda que la situación de los pobres tiene mucho que ver con nosotros, pués el pecado social es resultado de la acumulación de pecados personales. Por eso, es necesaria la conversión, no solamente de los pecados personales, sino asumir también la responsabilidad por los pecados sociales que son parte de nuestra “misión redentora”. Es necesario pasar de un estilo de vida derrochador, basado a veces en la indiferencia, para un estilo de vida más simple que se alegre con poco y que se solidariza con quien no tiene. Dios nos salva por amor, y valoriza mucho nuestros gestos, como expresa el papa Benedicto XVI en una de sus cartas por la cuaresma: “ de echo la salvación es don y gracia de Dios, pero para tener efecto en mi existencia exige mi consentimiento, una recepción demostrada en los actos, o sea, en la voluntad de vivir como Jesús, de caminar detrás de Él”.
Pe. Degaaxé
Tradução: Nómade de Dios.

 

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