sábado, 24 de novembro de 2012

LA REALEZA DE CRISTO Y EL TESTIMONIO DE LOS MÁRTIRES DE LA CAUSA NEGRA


          Estamos invitados a refleccionar sobre el significado de la misión de Cristo y a dejarnos cuestionar sobre nuestra comprensión de rey y de reino. Cristo tenía dos pasiones: la pasión por el reino de Dios y la pasión por el Dios del reino. Al dirigir su mensaje a las personas no hablaba de si, sino del reino y del Padre. Jesús nunca definió lo que viene a ser el reino de Dios, pero dice que ya está entre nosotros y que podemos identificarlo. Sus propias acciones libertadoras em favor de los pequeños y pobres revelan que un nuevo tiempo ya comenzó; finalmente, el reino de Dios llegó. El discurso inaugural de un evente tan importante él lo hace para gente considerada sin importancia. Por lo tanto, estamos delante de un reino diferente.
Nuestra comprensión del reino no puede prescindir de la postura del propio Jesús que, a lo largo de toda su vida pública, cuando era elogiado, no permitió ser llamado de rey, pero admite ser rey delante de Pilato en el momento en que estaba aparentemente derrotado, sin defensa, injusticiado e inconcientemente condenado. También en aquel momento continuaba el mensaje de las bienaventuranzas: bienaventurados sois vos que pasais por lo que estoy pasando, pués voso es el reino de los cielos. Como corona recibe la de espinas y como trono asume la cruz. Cómo entender este rey y este reino? Él dirá que no es para ser entendido y si, acogido y vivido, pués el reino es don. Por lo tanto, el reino que Jesús testimonia no es de este mundo, pero acontece en este mundo a través de la realidad concreta de nuestras culturas, según expresa el Papa Pablo VI en la exortación apostólica Evangelii Nuntiandi n. 20: “ El reino que el Evangelio anuncia es vivido por personas profundamente ligadas a una determinada cultura y la edificación del reino no puede dejar de servirse de elementos de la civilización y de las culturas humanas”.
Es por eso que la inculturación es tan valorizada e incentivada por la Iglesia, pués ella permite una mayor y mejor asimilación del mensaje del Evangelio por las difentes culturas, haciendonos reconocer la riqueza del reino de Dios en la diversidad cultural. No se puede suprimir la diversidad cultural, pués si lo hacemos estaremos suprimiendo un pedazo de Dios. Por eso celebramos, rescatando los valores de las culturas negras, reconociendo toda su riqueza y contribución en la evangelización. El documento de Aparecida ve como “una riqueza por la presencia de las nuevas expresiones y valores, manifestando y celebrando cada vez mejor el misterio de Cristo, consiguiendo unir fe y vida y así contribuyendo para una catolicidad más plena” (Dap. 479). Eso sucede a través de la ornamentación cariñosa y cuidadosamente preparada; de las vestiduras, la música, los instrumentos, las danzas y el compartir. Hay una mayor dinamicidad aconteciendo, que traduce una forma de ser negro/negra que se manifiesta en la alegría y con mucho anadear, ayudando a la Iglesia a ser plenamente católica.
Recordamos a Zumbi de los Palmares y con él, tantos negros y negras que cayeron, victimas del racismo que contamina el corazón de las personas y sus inumerables relaciones. La realidad de discriminación y exclusión por la cual pasa la comunidad negra es una perpetuación de esa situación que continúa estableciendo criterios injustos, privilegiando unos e hiriendo la dignidad de otros. El ejemplo de Zumbi y de tantos otros martires de la causa negra nos deben motivar en el camino para que nos volvamos fieles instrumentos de la realeza de Cristo, el profeta de la no violencia, que asumió sobre sí toda suerte de dolor, racismo, discriminación, preconcepto y los superó. De èl recibimos la vida que no muere jamás y con él reconocemos que todos somos hijos e hijas de Dios, con iguales derechos y dignidad.
La realeza de Cristo es totalmente opuesta a la realeza del mundo, pués los reinos de este mundo ejercen dominio, oprimen y excluyen. El reino de Jesús liberta e integra. Nosotros que seguimos Jesús, somos personas limitadas y por eso mismo, llevamos su mensaje como tesoros en vasijas de barro. Es facil confundir el reino de Dios con nuestra mentalidad exclusivista y excluyente, pués asociamos a la Iglesia y el reino de Dios va más allá de la Iglesia. Jesús criticó severamente los discipulos por haber hecho callar a alguien que no era del grupo, pero que hablaba en el nombre de Jesús. Eso quiere decir que Jesucristo no es propiedad de los cristianos ni de ninguna cultura. Es patrimonio universal. Jesús no se deja prender; su reino también no. El reino de Dios no tiene fronteras. Es este reino que la comunidad negra busca testimoniar con su vivencia.

Axé!
Pe. Degaaxé
Tradução: Maria Erika Martínez

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