La dimensión de acogida como punto
fuerte de nuestras culturas
El
ambiente habla mucho sobre nuestra fe y la ornamentación del mismo ya es la
celebración sucediendo. Todo invita a sentirse en familia, siendo la acogida
nuestro punto fuerte. Esa característica nos lleva a nuestros orígenes
africanos, en donde la acogida va más allá de un simple gesto. Cuando la
persona entra en amistad con la familia, es integrada como miembro de ella.
Aquí en Brasil, en épocas de esclavitud, el pueblo negro, en los quilombos,
acogía a los indigenas que estaban siendo diezmados y los blancos que por no
estar de acuerdo con el sistema esclavista opresor, eran perseguidos. Estas
personas eran incorporadas a la familia quilombola, protegidas y tratadas
dignamente. Esta cultura de acogida está muy enraizada en el pueblo brasileño,
especialmente entre los más pobres, que “hacen de tripa corazón” para acoger
bien a quien llega.
La inculturación como exigencia de la
evangelización.
La
cuestión de la inculturación en la Iglesia no es una cosa forzada o
superficial, sino algo necesario, fundamental. Es parte integrante del proceso
evangelizador. La Iglesia, en su actividad misionera, al aproximarse a las
culturas, está invitada a establecer un profundo intercambio de dones: al
llevar la riqueza de su liturgia, reconoce y asume la riqueza de los valores
culturales. Ella “es llamada a congregar
a todas las personas, a hablar todas las lenguas y penetrar en todas las
culturas” . Eso ella hace, respetando los valores de bien que las personas
traen y que son su identidad. Tratándose de culturas negras, el elemento
fundamental para rescate de esta identidad es la conciencia. Sin conciencia la
identidad queda fragmentada, impedida de contribuir con su riqueza de valores
para transformar el medio en que se vive.
Celebrar la conciencia negra
Conciencia
negra para los afro-descendientes, no se trata de tener o no piel oscura. Es la
actitud, convicción, posición tomada, sentimiento de pertenencia. Se trata del
reconocimiento, en la propia vida, de los valores y características del pueblo
negro. Es el proceso que llamamos de negritud – una forma de ser y de vivir de
cada negro/a, que asume con corage y osadía la propia identidad negra, como
incentivo el papa Juan Pablo II, en la abertura de la Conferencia de Santo
Domingo: “Los animo a defender su identidad, a ser conscientes de sus valores y
hacerlos fructificar. La fe no destruye, sí respeta y dignifica las culturas,
aún con las diferencias”. Al celebrar la conciencia negra, rescatamos en la
liturgia los valores del pueblo negro, dando un destaque a la figura de Zumbi,
martir por la causa negra, asesinado en el quilombo de los Palmares, el día 20
de noviembre, por luchar por los ideales que el Evangelio enseña y que garanten
la dignidad de las personas, encuanto hijos e hijas de Dios. A partir del
martirio de Zumbi ese día de volvió el día Nacional de Conciencia Negra.
Misterio Pascual de Cristo y la realidad
del pueblo negro
El
centro de toda celebración litúrgica es el propio Cristo, que murió y resucitó,
identificandose con todos los crucificados de nuestra historia, no para
dejarlos de la misma manera, sino para traerles un nuevo sentido de vida. El
pueblo negro, aún habiendo recibido esta fe en condiciones desfavorables, se
identificó mucho con este proceso y comenzó a celebrar su historia sufrida,
pero llena de esperanza, en el Misterio Pascual de Cristo, encontrando ahí las
motivaciones para su camino. Celebramos con un nuevo rostro, tomando conciencia
de la riqueza del Reino de Dios, que sucede en la diversidad de las culturas, a
través de la creatividad de los gestos, de la alegría, la danza, la acogida, la
comida y los símbolos. El propio Dios, en nuestro medio asume nuestro rostro, nuestro color, nuestra cultura, nuestra
manera, revelando que está con nosotros sufriendo nuestra humillación y nuestro
dolor, y reforzando nuestras alegría y esperanzas.
Martirio y pueblo negro
En
la sangre de Cristo derramada, encontramos la sangre de Zumbi dos Palmares, de
la esclava Anastaciam de Manuel Congo y de todos los mártires de la causa negra. Por lo tanto, no es momento de
lamentrarse, si de bendecir a Dios por los que cayeron por causa de la justicia
y continuar cultivando la fraternidad, la solidaridad, la alegría y el
compromiso profético, como testimonio del adviento del Reino de Dios entre nosotros. Inspirados en
el gesto solidario de Cristo, nuestro compromiso es también solidario, pués nos
sentimos unidos a todos aquellos y aquellas que en nuestra sociedad luchan por
la justicia, dignidad y vida, completando en la propia carne aquello qe falta a
la Pasión de Cristo. Pero sabemos que Dios se hizo hombre en Jesús para
libertar al ser humano de todo aquello que no lo deja ser humano. Por eso
creemos que otra realidad todavía es posible. Estamos convencidos, como decía
Don Pedro Casaldaligas, que “quien
celebra la pasión y muerte del Señor, cree en la libertación de todas las
personas y pueblos. Su Pascua es nuestra pascua. En su muerte entran todas las
muertes, en su Resurrección viven, sobreviven, todas las esperanzas”.
Todo lo que existe tiene sentido y es
sagrado
La
liturgia pide atención a las señales de los tiempos, a través de los cuales el
reino de Dios va aconteciendo. Dios se hace presente en nuestra realidad
concreta y conduce con amor todas las cosas. Nada escapa a su mirada y ningún
hilo de nuestra cabeza cae sin que él lo advierta. Realmente, solamente el amor
explica la preocupación con tantos detalles. El pueblo negro vive esta realidad
con mucha profundidad, mirando la vida con una mirada de fe, creyendo que todo
lo que existe está envuelto por la dimensión de los sagrado. Por eso expresa
mucho cuidad con la vida, con los niños, con los ancianos y con la naturaleza,
pués la naturaleza es parte del ser humano y el ser humano es parte de ella.
Somos llamados a una fraternidad universal.
Ancestros y comunidad
Según
los planes de Dios, las personas son llamadas a vivir con sabiduría para que
puedan brillar para siempre como estrellas en el firmamento. El pueblo negro refleja esta realidad a través de los
ancestros. Este tema está directamente conectado con la dimensión comunitaria,
pués sabia es la persona que sabe vivir en comunidad. Por lo tanto, el anciano
es el sabio, por excelencia, pués tiene experiencia comunitaria acumulada.
Según un dicho africano, “un anciano sentado ve más lejos de lo que un joven de
pie”; otro dice: “un anciano que muere es una biblioteca que se cierra”.
Todavía según esta visión, Dios hizo el ser humano de forma comunitaria,
haciendo de la comunidad el centro de sus vivencias. La comunidad aquí tiene
sentido amplio: es comprendida como un conjunto de las personas que vemos (los
vivos) y de aquellas que no vemos (los ancestros). En un sentido cristiano, esa
realidad concuerda con la comunión de los santos. Para el pueblo negro, cuando
alguien muere, no se ausenta, pués, después que es deshecho el elemento
material, ella permanece en la comunidad como ancestro. Por los tanto, la muerte
no es un fin absoluto. El ancestro es alguien que vive de otra forma y continúa
motivando la vida de los que quedan.
Hay
personas que pasaron en nuestra vida y que se volvieron nuestros ancestros y
otras que ni merecen ser recordados. El criterio fundamental continúa siendo la
vivencia comunitaria. Hay personas que no se
ajustan a esa propuesta, como si no estuviesen hechas para eso, viviendo
de una forma totalmente egoista, pensando apenas en si mismas. Hay otras que se
sacrifican por la comunidad, por la familia, y al “morir”, jamás serán
olvidadas. Por lo tanto, la experiencia de comunidad vivida o no, es la que va
a definir el rumbo de nuestra existencia. Muchos de nuestros abuelos,
bisabuelos, etc, ya están en otro plano de existencia. Nosotros los homenageamo,
no porque son muertos, sino por hacer parte de nuestra vida y ser también
inspiradores en los pasos que damos. Nuestros ancestros, por lo tanto, también
hacen parte de la caminada y continúan
haciendo historia con nosotros. En la Antigua Alianza, Dios se declara como
Dios de los antepasados, no por ser Dios de muertos, sino de vivos. Cuando
Jesús sube al monte Tabor, lleva con él a Pedro, Santiago y Juan para una
experiencia reveladora. Él permite y valoriza la presencia de Moisés y Elias,
antepasados de su pueblo.
Bilia y pueblo negro
Ese
bonito tema de los ancestros nos reporta mucho a las Sagradas Escrituras, por
estar intimamente ligados con su compasición, o sea, parte de las historias
biblicas sucedieron en Àfrica y, las que no sucedieron por allá la envuelven de
alguna manera, con presencia de africanos. Por ejemplo, José, hijo del
patriarca Jacob fue acogido en África (Egipto), y ahí fue valorizado con su
talento de interprete de sueños – para el pueblo africano, la revelación de
Dios acontece también a través de los sueños. Moisés fue iniciados en los
conocimientos africanos, a través de la ciencia egipcia y se volvió poderoso en
palabras y obras. Jeremias estaba preso en una cisterna, durante la invasión de
Babilonia a Jerusalen y fue salvado por Ebed Melec, un africano, servidor del
rey. Jesús fue acogido en África (Egipto) para escapar de la persecució de
Herodes y cuando llevaba la cruz al monte Calvario lo ayudó un africano,
llamado Simón, de la ciudad de Cirene, Libia. Un servidor de la reina Candace,
de Etiopia, fue evangelizado y bautizado por Felipe, con suerte que cuando las
naciones europeas invadieron Africa ya existía el cristianismo allá. Todavia
hoy existe en Africa las Iglesias Cristianas (de los primeros siglos) e Iglesia
Católica Romana (de los tiempos de colonización).
Evangelización y esclavitud.
En
tiempo de colonización, esta Bibli, - que tuvo la participación afro, en su
elaboración – fue utilizada por los colonizadores para justificar la
esclavitud, insistiendo principalmente en la figura melancólica de Jesús,
excesivamente dulce, que aceptó el sufrimiento porque era voluntad de Dios, por
eso toda intención de uir o de desobediencia al señor por parte del esclavo era
actuar contra las enseñanzas de Jesús, y por lo tanto, quedaban impedidos de
recibirlo en la eucaristia. Esta situación imponía a la comunidad negra
actitudes de conformidad al sufrimiento, a la esclavitud. La Bilia pasa a ser
usada entonces como instrumento de opresión.
Más,
a lo largo de este periodo, la propia comunidad negra había percibido que
aquellos que catequisaban dejaban mucho que desear sobre el verdadero
significado del mensaje que llevaban. A partir de su propio descubrimiento
sobre Jesús, la comunidad negra percibió su identificación y solidaridad en
relación a los pobres y a todos los que sufren; y su compromiso en vista de la
transformación de esta realidad. Percibieron que sus señores catequistas habían
vaciado la Biblia de su forma profetica. Redescubrieron
la Palabra de Dios como fuente de liberación y de vida nueva. La presencia
de los afrodescendientes, siguiendo fielmente a Jesucristo, viene marcando
significativamente la vida de la Iglesia, contribuyendo, de forma dinamica,
para que ella cumpla con fidelidad la misión sin límites de la evangelización
pasada, apoyando e incentivando la comunidad negra en sus justas
reivindicaciones, en vista de una vida plena, profecía del Reino de Dios. Es
con esos sentimientos que queremos celebrar la conciencia afrodescendiente
(negra), en el reconocimiento de los pasos dados y en la certeza de que
necesitamos avanzar siempre más en el dialogo y en la comprensión.
Axé!Pe. Degaaxé
Tradução: María Erika Martínez
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