domingo, 18 de novembro de 2012

APUNTES TEOLÓGICOS PARA CELEBRAR, PROFUNDAMENTE, EL DÍA DE LA CONCIENCIA NEGRA


La dimensión de acogida como punto fuerte de nuestras culturas
El ambiente habla mucho sobre nuestra fe y la ornamentación del mismo ya es la celebración sucediendo. Todo invita a sentirse en familia, siendo la acogida nuestro punto fuerte. Esa característica nos lleva a nuestros orígenes africanos, en donde la acogida va más allá de un simple gesto. Cuando la persona entra en amistad con la familia, es integrada como miembro de ella. Aquí en Brasil, en épocas de esclavitud, el pueblo negro, en los quilombos, acogía a los indigenas que estaban siendo diezmados y los blancos que por no estar de acuerdo con el sistema esclavista opresor, eran perseguidos. Estas personas eran incorporadas a la familia quilombola, protegidas y tratadas dignamente. Esta cultura de acogida está muy enraizada en el pueblo brasileño, especialmente entre los más pobres, que “hacen de tripa corazón” para acoger bien a quien llega.
La inculturación como exigencia de la evangelización.
La cuestión de la inculturación en la Iglesia no es una cosa forzada o superficial, sino algo necesario, fundamental. Es parte integrante del proceso evangelizador. La Iglesia, en su actividad misionera, al aproximarse a las culturas, está invitada a establecer un profundo intercambio de dones: al llevar la riqueza de su liturgia, reconoce y asume la riqueza de los valores culturales. Ella “es llamada a congregar a todas las personas, a hablar todas las lenguas y penetrar en todas las culturas” . Eso ella hace, respetando los valores de bien que las personas traen y que son su identidad. Tratándose de culturas negras, el elemento fundamental para rescate de esta identidad es la conciencia. Sin conciencia la identidad queda fragmentada, impedida de contribuir con su riqueza de valores para transformar el medio en que se vive.
Celebrar la conciencia negra
Conciencia negra para los afro-descendientes, no se trata de tener o no piel oscura. Es la actitud, convicción, posición tomada, sentimiento de pertenencia. Se trata del reconocimiento, en la propia vida, de los valores y características del pueblo negro. Es el proceso que llamamos de negritud – una forma de ser y de vivir de cada negro/a, que asume con corage y osadía la propia identidad negra, como incentivo el papa Juan Pablo II, en la abertura de la Conferencia de Santo Domingo: “Los animo a defender su identidad, a ser conscientes de sus valores y hacerlos fructificar. La fe no destruye, sí respeta y dignifica las culturas, aún con las diferencias”. Al celebrar la conciencia negra, rescatamos en la liturgia los valores del pueblo negro, dando un destaque a la figura de Zumbi, martir por la causa negra, asesinado en el quilombo de los Palmares, el día 20 de noviembre, por luchar por los ideales que el Evangelio enseña y que garanten la dignidad de las personas, encuanto hijos e hijas de Dios. A partir del martirio de Zumbi ese día de volvió el día Nacional de Conciencia Negra.
Misterio Pascual de Cristo y la realidad del pueblo negro
El centro de toda celebración litúrgica es el propio Cristo, que murió y resucitó, identificandose con todos los crucificados de nuestra historia, no para dejarlos de la misma manera, sino para traerles un nuevo sentido de vida. El pueblo negro, aún habiendo recibido esta fe en condiciones desfavorables, se identificó mucho con este proceso y comenzó a celebrar su historia sufrida, pero llena de esperanza, en el Misterio Pascual de Cristo, encontrando ahí las motivaciones para su camino. Celebramos con un nuevo rostro, tomando conciencia de la riqueza del Reino de Dios, que sucede en la diversidad de las culturas, a través de la creatividad de los gestos, de la alegría, la danza, la acogida, la comida y los símbolos. El propio Dios, en nuestro medio asume nuestro rostro,  nuestro color, nuestra cultura, nuestra manera, revelando que está con nosotros sufriendo nuestra humillación y nuestro dolor, y reforzando nuestras alegría y esperanzas.
Martirio y pueblo negro
En la sangre de Cristo derramada, encontramos la sangre de Zumbi dos Palmares, de la esclava Anastaciam de Manuel Congo y de todos los mártires de la causa negra. Por lo tanto, no es momento de lamentrarse, si de bendecir a Dios por los que cayeron por causa de la justicia y continuar cultivando la fraternidad, la solidaridad, la alegría y el compromiso profético, como testimonio del adviento del  Reino de Dios entre nosotros. Inspirados en el gesto solidario de Cristo, nuestro compromiso es también solidario, pués nos sentimos unidos a todos aquellos y aquellas que en nuestra sociedad luchan por la justicia, dignidad y vida, completando en la propia carne aquello qe falta a la Pasión de Cristo. Pero sabemos que Dios se hizo hombre en Jesús para libertar al ser humano de todo aquello que no lo deja ser humano. Por eso creemos que otra realidad todavía es posible. Estamos convencidos, como decía Don Pedro Casaldaligas, que “quien celebra la pasión y muerte del Señor, cree en la libertación de todas las personas y pueblos. Su Pascua es nuestra pascua. En su muerte entran todas las muertes, en su Resurrección viven, sobreviven, todas las esperanzas”.
Todo lo que existe tiene sentido y es sagrado
La liturgia pide atención a las señales de los tiempos, a través de los cuales el reino de Dios va aconteciendo. Dios se hace presente en nuestra realidad concreta y conduce con amor todas las cosas. Nada escapa a su mirada y ningún hilo de nuestra cabeza cae sin que él lo advierta. Realmente, solamente el amor explica la preocupación con tantos detalles. El pueblo negro vive esta realidad con mucha profundidad, mirando la vida con una mirada de fe, creyendo que todo lo que existe está envuelto por la dimensión de los sagrado. Por eso expresa mucho cuidad con la vida, con los niños, con los ancianos y con la naturaleza, pués la naturaleza es parte del ser humano y el ser humano es parte de ella. Somos llamados a una fraternidad universal.
Ancestros y comunidad
Según los planes de Dios, las personas son llamadas a vivir con sabiduría para que puedan brillar para siempre como estrellas en el firmamento. El pueblo negro  refleja esta realidad a través de los ancestros. Este tema está directamente conectado con la dimensión comunitaria, pués sabia es la persona que sabe vivir en comunidad. Por lo tanto, el anciano es el sabio, por excelencia, pués tiene experiencia comunitaria acumulada. Según un dicho africano, “un anciano sentado ve más lejos de lo que un joven de pie”; otro dice: “un anciano que muere es una biblioteca que se cierra”. Todavía según esta visión, Dios hizo el ser humano de forma comunitaria, haciendo de la comunidad el centro de sus vivencias. La comunidad aquí tiene sentido amplio: es comprendida como un conjunto de las personas que vemos (los vivos) y de aquellas que no vemos (los ancestros). En un sentido cristiano, esa realidad concuerda con la comunión de los santos. Para el pueblo negro, cuando alguien muere, no se ausenta, pués, después que es deshecho el elemento material, ella permanece en la comunidad como ancestro. Por los tanto, la muerte no es un fin absoluto. El ancestro es alguien que vive de otra forma y continúa motivando la vida de los que quedan.
Hay personas que pasaron en nuestra vida y que se volvieron nuestros ancestros y otras que ni merecen ser recordados. El criterio fundamental continúa siendo la vivencia comunitaria. Hay personas que no se  ajustan a esa propuesta, como si no estuviesen hechas para eso, viviendo de una forma totalmente egoista, pensando apenas en si mismas. Hay otras que se sacrifican por la comunidad, por la familia, y al “morir”, jamás serán olvidadas. Por lo tanto, la experiencia de comunidad vivida o no, es la que va a definir el rumbo de nuestra existencia. Muchos de nuestros abuelos, bisabuelos, etc, ya están en otro plano de existencia. Nosotros los homenageamo, no porque son muertos, sino por hacer parte de nuestra vida y ser también inspiradores en los pasos que damos. Nuestros ancestros, por lo tanto, también hacen parte de  la caminada y continúan haciendo historia con nosotros. En la Antigua Alianza, Dios se declara como Dios de los antepasados, no por ser Dios de muertos, sino de vivos. Cuando Jesús sube al monte Tabor, lleva con él a Pedro, Santiago y Juan para una experiencia reveladora. Él permite y valoriza la presencia de Moisés y Elias, antepasados de su pueblo.
Bilia y pueblo negro
Ese bonito tema de los ancestros nos reporta mucho a las Sagradas Escrituras, por estar intimamente ligados con su compasición, o sea, parte de las historias biblicas sucedieron en Àfrica y, las que no sucedieron por allá la envuelven de alguna manera, con presencia de africanos. Por ejemplo, José, hijo del patriarca Jacob fue acogido en África (Egipto), y ahí fue valorizado con su talento de interprete de sueños – para el pueblo africano, la revelación de Dios acontece también a través de los sueños. Moisés fue iniciados en los conocimientos africanos, a través de la ciencia egipcia y se volvió poderoso en palabras y obras. Jeremias estaba preso en una cisterna, durante la invasión de Babilonia a Jerusalen y fue salvado por Ebed Melec, un africano, servidor del rey. Jesús fue acogido en África (Egipto) para escapar de la persecució de Herodes y cuando llevaba la cruz al monte Calvario lo ayudó un africano, llamado Simón, de la ciudad de Cirene, Libia. Un servidor de la reina Candace, de Etiopia, fue evangelizado y bautizado por Felipe, con suerte que cuando las naciones europeas invadieron Africa ya existía el cristianismo allá. Todavia hoy existe en Africa las Iglesias Cristianas (de los primeros siglos) e Iglesia Católica Romana (de los tiempos de colonización).
Evangelización y esclavitud.
En tiempo de colonización, esta Bibli, - que tuvo la participación afro, en su elaboración – fue utilizada por los colonizadores para justificar la esclavitud, insistiendo principalmente en la figura melancólica de Jesús, excesivamente dulce, que aceptó el sufrimiento porque era voluntad de Dios, por eso toda intención de uir o de desobediencia al señor por parte del esclavo era actuar contra las enseñanzas de Jesús, y por lo tanto, quedaban impedidos de recibirlo en la eucaristia. Esta situación imponía a la comunidad negra actitudes de conformidad al sufrimiento, a la esclavitud. La Bilia pasa a ser usada entonces como instrumento de opresión.
Más, a lo largo de este periodo, la propia comunidad negra había percibido que aquellos que catequisaban dejaban mucho que desear sobre el verdadero significado del mensaje que llevaban. A partir de su propio descubrimiento sobre Jesús, la comunidad negra percibió su identificación y solidaridad en relación a los pobres y a todos los que sufren; y su compromiso en vista de la transformación de esta realidad. Percibieron que sus señores catequistas habían vaciado la Biblia de su forma profetica. Redescubrieron la Palabra de Dios como fuente de liberación y de vida nueva. La presencia de los afrodescendientes, siguiendo fielmente a Jesucristo, viene marcando significativamente la vida de la Iglesia, contribuyendo, de forma dinamica, para que ella cumpla con fidelidad la misión sin límites de la evangelización pasada, apoyando e incentivando la comunidad negra en sus justas reivindicaciones, en vista de una vida plena, profecía del Reino de Dios. Es con esos sentimientos que queremos celebrar la conciencia afrodescendiente (negra), en el reconocimiento de los pasos dados y en la certeza de que necesitamos avanzar siempre más en el dialogo y en la comprensión.
Axé!
Pe. Degaaxé
Tradução: María Erika Martínez

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