domingo, 22 de outubro de 2017

NOSOTROS PERTENECEMOS A DIOS


Reflexión sobre Is 45, 1. 4-6; 1Tes 1, 1-5; Mt. 22, 15-22

Estos textos nos invitan a reflexionar sobre dos aspectos fundamentales: primero, nuestro sentido de pertenencia a Dios como miembros de su pueblo; El segundo es nuestro papel en el desarrollo de nuestra Nación, pagando los impuestos que son justos. Como cristianos, reconocemos la importancia de las autoridades gubernamentales, de los impuestos o del dinero, pero también sabemos que son apenas medios. No queremos que estos roben el lugar debido a Dios, ni que la ocupación con ellos nos quiten la serenidad en nuestra relación con Dios.
El primer texto traduce una mirada de fe sobre las victorias de Ciro, el rey de Persia, que liberó a los judíos del poder de Babilonia. De acuerdo con Isaías, las victorias de Ciro no fueron un resultado de su poder, sino una acción de Dios que eligió a Ciro como su mensajero, para hacer conocido el nombre del Señor a todas las naciones, invitándolos a creer en un solo Dios. Aunque Ciro era un rey que no conocía al Dios de Israel, él fue elegido como un medio de liberación. Los judíos pudieron volver a casa y vivir su identidad de pueblo de Dios con total libertad.
Pablo y sus compañeros evangelizadores reconocen los dones de Dios en la comunidad de los tesalonicenses, en particular las virtudes de la fe, del amor y de la esperanza. Pablo les dirigió palabras de aliento para que pudiesen continuar su jornada, con entusiasmo como elegidos de Dios para realizar una gran obra a través de su testimonio. Es el Espíritu que vuelve fecundo los esfuerzos de aquellos que se comprometen con las obras de Dios.
En el Evangelio, tenemos dos grupos opositores que resuelven ponerse de acuerdo para oponerse a Jesús. Al acercarse a Jesús, lo elogian, llamándolo “hombre de verdad, que enseña el camino de Dios de acuerdo con la verdad. Aunque ellos dijeron la verdad sobre Jesús, no estaban dispuestos a aceptar el modo de vida propuesto por él. El punto de referencia del diálogo es el tema de los impuestos, es decir: “¿Es lícito pagar el impuesto al César o no?”. Jesús se dio cuenta de la mala intención detrás de esta pregunta. Si Jesús hubiese dicho si, habría sido considerado un colaborador de la dominación romana contra los judíos. Si hubiese dicho no, habría sido condenado como un rebelde, y por lo tanto, denunciado y preso. Entonces él pidió una moneda, y respondió con sabiduría: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.
De las mismas palabras de los oponentes de Jesús, tenemos un elemento fundamental de su identidad, esto es, Jesús es una persona verdadera. Su enseñanza tiene el poder de cambiar la vida de las personas por causa de la verdad en la que está fundamentado. Los discípulos de los fariseos y de los herodianos deben admitir que en las enseñanzas de sus líderes ellos no pueden encontrar tal verdad. La enseñanza de Jesús busca librarlos de la hipocresía y de la idea equivocada sobre la voluntad de Dios que impide una relación profunda y verdadera con él.
Cuando Jesús tomó la moneda vio la imagen del César. Este emperador romano imprimió su imagen en la moneda para enfatizar su soberanía sobre muchos pueblos, atribuyéndose a sí mismo la honra de un dios. Entonces, Jesús les recordó el primer mandamiento que prohíbe la fabricación de imágenes de Dios debido al peligro de caer en la idolatría. En su respuesta, Jesús estableció la actitud correcta en relación con el César y la actitud correcta en relación con Dios. Las personas que pertenecen a Dios o lo tienen como prioridad sobre todo.

El primer lugar en nuestra vida pertenece a Dios. Cuando no tenemos la actitud correcta en nuestra relación con Dios, nos falta también la actitud correcta delante de los otros, de las cosas, del dinero y así con todo. Jesús no negó la importancia de las tazas que son justas, y tampoco el respeto debido a las autoridades constituidas, al contrario, quiso que sea parte de nuestra identidad la cooperación con el desarrollo de la sociedad. Por lo tanto, él nos recuerda que solamente Dios merece nuestra adoración. Hasta nuestros gobernantes puede hacer también la voluntad de Dios si logran el poder que ellos tienen para promover la vida digna para todos. Estamos invitados a volver a nuestro compromiso como hijos y propiedad de Dios y a contribuir con el desarrollo de la justicia, y de la paz en nuestra sociedad.

Fr Ndega
Traducion: Nómade de Dios 

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