domingo, 5 de março de 2017

LA ELECCIÓN QUE HACE LA DIFERENCIA


Reflexión sobre Génesis 2,7-9; 3,1-7; Romanos 5, 12-19; Mateo 4, 1-11


El ser humano fue hecho de barro de la tierra a fin de recibir la vida de Dios en él. Más allá de un buen lugar para vivir, el ser humano recibió todos los dones que necesitaba para vivir en comunión con Dios y en harmonía con la naturaleza, que es parte de su propio ser. Pero la tentación de usar sus dones para sí mismo lo llevó a abandonar la comunión con Dios y organizar su vida de manera diferente de lo que Dios había planeado para él. El primer ser humano prefirió obedecer a la serpiente – que es el símbolo del diablo – antes que obedecer a Dios. Esta situación resultó en muerte para todos. Jesús es el “verdadero hombre” que ha rescatado el plan de Dios y superado al maligno a través de la obediencia al Padre. Su elección hace toda la diferencia porque trajo la vida para todos y todas.

Todo lo que Jesús hizo alcanzó éxito con la ayuda del Espíritu Santo, este es el Espíritu que lo conduce al desierto donde también fue tentado por el diablo. Verdaderamente, él mostró compromiso con nuestra condición humana, por ejemplo, él fue al desierto después de su bautismo, aunque él no tenía necesidad de ser bautizado, eligió esta experiencia como solidaridad con nosotros, que somos pecadores, y por respeto al trabajo de Juan Bautista. Del mismo modo, él aceptó ser tentado en el desierto. Él quiere mostrarnos que “después del bautismo, muchas tentaciones vienen a nosotros”. Por lo tanto, aunque él fue tentado en el desierto, “eligió permanecer fiel a Dios”. En esa experiencia él sabía quién era él y cuál era la finalidad de su misión. Vino para hacer la voluntad del Padre. En resumen, es el Espíritu Santo que lo ayudó a ser fiel al plan de Dios.

En su experiencia en el desierto, Jesús ayunó durante cuarenta días y él estaba con hambre. Cuarenta[1] es un número simbólico, que significa “largo tiempo”. Antes que él tenemos algunos ejemplos de líderes bíblicos que, antes de aceptar abrazar una nueva misión o antes de un evento importante, ellos se dejan guiar al desierto y a la permanencia sin comer por un buen tiempo, esto es, un tiempo suficiente para que ellos puedan prepararse mejor para la misión que Dios les confiaba. Recordemos los cuarenta días que Moisés permaneció en el monte Sinaí para recibir los Diez Mandamientos; y los cuarenta días de Elías caminando en el Monte Horeb para encontrarse con Dios y recibir instrucciones para su misión como profeta. El número cuarenta se aplica también para hablar sobre la cantidad de años que el Pueblo de Israel permaneció en el desierto antes de entrar en la Tierra Prometida. Para esas personas, este período fue de purificación y de maduración, pero infelizmente ellos no aprovecharon esta experiencia como Jesús lo hizo.

Experiencia de desierto es un tiempo especial, por la oportunidad para la soledad, purificación y madurez. Pero también nuestra vida diaria es experiencia de desierto. Esta experiencia sería muy fácil para vivir si solamente el Espíritu Santo de Dios estuviese presente, pero con la base en la experiencia de Jesús, está también el diablo que intenta sacarnos el coraje de los elegidos de Dios. El tentador comenzó a partir de pequeñas cosas, aprovechando de la disminución de las fuerzas del cuerpo de Jesús por el ayuno que había hecho. “Todas las tentaciones eran direccionadas contra el tipo de mesianismo que Jesús había elegido”. Jesús fue tentado a usar su poder en beneficio personal, en vez de amor, compasión y servicio a los hermanos y hermanas. Él fue tentado también a buscar la propia gloria en vez de proclamar la gloria de Dios y su Reino. Las tres tentaciones de Jesús significan una realidad concreta que experimentó en todos los momentos de su misión, sin embargo él venció todas pues actuaba guiado por el Espíritu Santo y era obediente al Padre.

Las tentaciones del tener, del poder y del prestigio que Jesús enfrentó, no le impidieron hacer la voluntad de Dios. Si eso sucede con él, con Adán y con los israelitas en el desierto, también nosotros somos tentados a vivir sin considerar a Dios como nuestro punto de referencia en nuestras vidas. Las trampas del tentador nos llevan a preferir usar la autoridad antes que el servicio, a ordenar antes que obedecer, a engañar antes que ayudar, a obligar antes que sugerir, a buscar privilegios antes que amar, a ser hipócritas antes que auténticos seres humanos. Como Jesús ya ha derrotado al enemigo de Dios, su elección es motivo para que también nuestras elecciones puedan hacer la diferencia. De acuerdo con San Agustín “si en Cristo somos tentados, también en Él venceremos al diablo. Cristo podía lanzar al diablo lejos de sí, pero si él no hubiese sido tentado no nos enseñaría cómo vencer la tentación”. Verdaderamente, quien sigue su ejemplo de obediencia al Padre y la apertura al Espíritu Santo es capaz de hacer la voluntad de Dios, superando todas las tentaciones.


Fr Ndega
Traducion: Nomade de Dios


[1] En la Comunidad Cristianas se ha iniciado el tiempo de conversión llamado Cuaresma. Cuaresma significa cuarenta días de preparación para la celebración del misterio pascual de Cristo. Dada la experiencia de Cristo en el desierto, Cuaresma propone una experiencia de desierto, invitando a los fieles a poner un poco más de esfuerzo en su camino cristiano, especialmente en lo que se refiere a una vivencia más intensa de oración, de caridad y penitencia (sacrificios personales). 

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