sexta-feira, 12 de novembro de 2021

LA RESPUESTA CRISTIANA EN TIEMPOS DE CRISIS.

 

Reflexión a partir de Daniel 12, 1-3; Heb 10, 11-14; Mc 13, 24 – 32



 

Al inicio de esta reflexión, queremos hacernos una pregunta: ¿Cómo se deben comportar los cristianos en los momentos difíciles y delante de las incertezas de nuestro tiempo? Somos un pueblo de esperanza, porque la vida de quien sigue a Jesucristo está llena de sentido. El mensaje de esta liturgia es un buen motivo por el que podemos vivir nuestra vocación con alegría, dando razones de nuestra esperanza, por la fe en Cristo. La certeza de su proximidad es nuestra fuerza. Recordando el Día mundial de los Pobres, busquemos ser fraternos y solidarios, pensando más en los otros que en nosotros mismos. Según el Papa Francisco, “ la pobreza no es fruto del destino, sino consecuencia del egoísmo”. En este sentido, nadie puede decir: “esa realidad no tiene nada que ver conmigo”.

El texto del profeta Daniel es uno de los textos del Antiguo Testamento que hablan de la fe en la resurrección (ver también 2 Macabeos 7, 9 ). Esa profecía surgió en una época en la que el pueblo de Israel estaba sobre el dominio griego y sufría mucho.  Muchos de ellos dejaron de creer en el Dios de sus padres y aquellos que buscaban mantener la fe necesitaban de un mensaje de esperanza para continuar su camino. Dios está siempre presente en medio de su pueblo, motivándolo cuando tiene que entrar en situaciones difíciles. La resurrección prometida es realizada como la resurrección de su Hijo de entre los muertos, como la primicia de una multitud de hermanos y hermanas.

La carta a los Hebreos enfatiza en que el sacrificio de Cristo superó todos los sacrificios que los sacerdotes hacía en el Antiguo Testamento. Los sacrificios que ofrecían no tenían fuerza para remover los pecados de las personas, o sea, eran ineficaces. En relación a Cristo, él se ofrece de una vez para siempre y por eso mismo su oferta fue capaz de purificarnos de los pecados y dar origen a una nueva humanidad. En cada misa celebramos el misterio de este sacrificio único, renovando nuestra adhesión a la vida que él ofrece, para nuestra salvación y la de todos. La parte que cabe a Cristo es garantizar nuestra salvación, nos queda a nosotros recibirla y ser instrumento de ella.

Al inicio del décimo tercer capitulo del Evangelio de Marcos, Jesús anuncia la destrucción de Jerusalén. Esta revelación motivó a algunos de sus discípulos a preguntarle sobre las señales, o día y hora de ese dramático acontecimiento. Jesús aprovechó la ocasión para revelarles otras cosas que deben suceder en relación a la historia y a la misión de la comunidad que él fundó. Él debe volver una segunda vez para llevar la creación a la plenitud, reuniendo alrededor suyo a todos los hijos de Dios dispersos por el mundo entero. Así se cumple el designio del Padre: hacer de Cristo el corazón del mundo”.

Delante de la gloriosa manifestación de Cristo resucitado, Hijo del hombre, “los poderes de los cielos serán derrotados”, o sea, el sol, la luna, reconocidos como dioses por las culturas antiguas, perderán el brillo. Los poderosos de este mundo que atribuyen a sí mismos honras divinas (por eso estrella del cielo), sometiendo a los pueblos y condenando a los pobres a la marginación los sistemas, también ellos caerán. La mirada de todos se volverá para el Victorioso Hijo del Hombre, centro y juez de la historia. Él trae consigo el nacimiento de una nueva humanidad y, por lo tanto, el inicio de una nueva historia. Sobre el día y la hora de toda esa reversión, nadie sabe, a penas el Padre.

Aunque la destrucción de la ciudad de Jerusalén haya ocurrido en el año 70 d. C, la intención de Jesús no era dar informaciones sobre este evento, sino sobre las consecuencias de él y de otros para la vida de sus seguidores. Debemos considerar que cuando Marcos escribió su Evangelio, la comunidad Cristiana estaba pasando por un período de crisis por una causa de las persecuciones interrumpida, que causaron la muerte de algunos de sus miembros ( los mártires) y que llevaron a los otros a renunciar a su identidad, la de los seguidores de Jesús. Realmente parecía el fin del mundo. Los que perseveran se preguntarán: ¿qué significa todo eso? Recordar las enseñanzas de Jesús fue fundamental para retomar lo que dio real sentido a la vida de ellos, conscientes que Jesús es la referencia para todo, entonces la vida y la historia no caminan para un fin, sino para una verdadera finalidad: lo propio de Jesucristo.

Jesús es vencedor sobre el pecado y la muerte y hará vencedores a todos los que lo siguen. En su vida en el fin de los tiempos, quiere encontrarnos “pacientes y vigilantes”, fieles a sus enseñanzas, para compartir con él su misma alegría. Su Palabra nos dice que las tentaciones y dificultades acompañan nuestra condición de cristianos, pero también nos garantiza la proximidad del Señor: “sabía que él está cerce, está a las puertas” él sólo quiere ser reconocido y bien recibido, conscientes de que estamos en sus manos y por lo tanto en buenas manos. Nada escapa a su mirar. Todo está orientado según su plan de sabiduría y bondad (San Juan Calabria).

Entonces, de nuestra parte, confiemos en aquel que está conduciendo la historia. Fuimos invitados a caminar la misión de su Hijo Jesús y debemos estar atentos a las señales de su presencia a nuestro lado. Para que él sea verdaderamente soberano en nuestra vida, muchos faltos ídolos deben perder el esplendor, por ejemplo, los falsos valores y falsas imágenes de Dios que cultivamos, el fruto de nuestros miedos, la mentalidad y el comportamiento contrario a las enseñanzas del Evangelio, etc. ¡Basta de hipocresía! ¡Basta de mediocridad! Existe una esperanza para su futuro. Vive esto, proclama esto. Vivamos nuestra vocación con alegría y entusiasmo y todo será bello para nosotros y para los demás.


Fr Ndega

Traduzione: Nomade de Dios

 

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