domingo, 16 de dezembro de 2018

GUÍA PARA LA LECTURA DEL DOCUMENTO DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS SOBRE LOS JÓVENES.



“Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.



INTRODUCCIÓN
       Esta guía intenta motivarnos a la lectura y estudio del documento final del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, que se dio en Roma desde el 3 al 28 de octubre. Delante de la riqueza de este contenido, podemos decir que tenemos en nuestras manos una maravilla “primero para nosotros”, dice el Papa Francisco. Este documento está dividido en tres partes, doce capítulos, 167 párrafos y sesenta páginas. El hilo conductor, o sea, aquello que orienta todo el texto es el evento de los discípulos de Emaús.

I PARTE - «CAMINABA CON ELLOS»

I. UNA IGLESIA QUE ESCUCHA.
    Escuchar y mirar con empatía: el sínodo enfatiza el valor de la escucha. Todo comienza a partir de una escucha empática: los jóvenes desean ser oídos, reconocidos y acompañados con disponibilidad y paciencia de parte de los pastores y laicos calificados.

      La diversidad de contextos y culturas: llama la atención para el mundo plural y sus cambios. Este, por un lado, facilita la vida, pero por el otro genera exclusión y marginación. Es necesario recuperar el dinamismo de la fe.

     Una primera mira para la Iglesia hoy: habla sobre el compromiso educativo de la iglesia que mira la formación integral de los jóvenes. Las escuelas y las universidades tienen su tarea, pero la parroquia también debe repensar su acción pastoral para que sea más atrayente para los jóvenes.

II. TRES ARTICULACIONES CRUCIALES.
   La novedad del ambiente digital: Esta es una realidad difundida, la red de oportunidades pero que también trae consigo un lado sombrío. Es necesario entrar en esa realidad enfrentando con coraje la relación entre la fe y los desafíos actuales.

       Los inmigrantes como un paradigma de nuestro tiempo: Este es un fenómeno que se presenta de una forma multiforme. Muchos inmigrantes son jóvenes vulnerables sujetos a todo tipo de violencia. El compromiso profético de la iglesia es definido por el Papa Francisco con 4 verbos: “acoger, proteger, promover e integrar.

    Reconociendo y reaccionando a todos los tipos de abusos: tomar en serio el compromiso con la verdad y pedir perdón. Lidiar con esta situación con decisiones rigurosas. El sínodo también expresó gratitud y alentó a aquellos que tuvieron el coraje de denunciar.

III. IDENTIDAD Y RELACIONES.
    Relaciones familiares y entre generaciones: habla de la familia como punto de referencia privilegiado, enfatizando el papel de los padres y la relación entre las generaciones. El foco aquí es sobre la experiencia del compartir la fe y la ayuda mutua en el testimonio.
   
    Cuerpo y afectividad: recuerda los cambios que han traído consigo una cierta permisividad sobre estos temas. La moral sexual de la iglesia es vista como juicio y condenación. Debemos proponer a los jóvenes una Antropología de la afectividad y de la sexualidad capaz de dar el correcto valor a la castidad en vista del crecimiento de la persona en todas las fases de la vida. Respecto de la homosexualidad, ayudar a los jóvenes a integrar la dimensión sexual en la propia personalidad, creciendo en la calidad de las relaciones en vista del Don de sí mismo.

      Formas de vulnerabilidad: éstas se manifiestan a través de la falta de trabajo - que disminuye la capacidad de los jóvenes de soñar - de la violencia y de la persecución llevando a la marginación. El sínodo hace un apeló a la conversión y a la solidaridad.

IV. SER JOVEN HOY.
      Aspectos de la cultura juvenil de hoy: pide para que sean valoradas las actividades deportivas de los jóvenes, que traen en sí una potencialidad educativa formativa e inclusiva. La música también es recordada como un poderoso canal evangelizador y un gran recurso pastoral, pues ofrece a los jóvenes la oportunidad de expresar sus talentos.

      Espiritualidad y religiosidad: los jóvenes vienen de contextos religiosos plurales y eso revela una profunda búsqueda religiosa. Ellos desean encontrarse con Jesucristo, especialmente a través de una liturgia viva y auténtica, en la cual la belleza de los signos, o el cuidado de la predicación y la participación de la comunidad hablan verdaderamente de Dios. Son momentos muy apreciados por los jóvenes.
     
    Participación y protagonismo: los jóvenes quieren ser protagonistas; piden para ser activos en la evangelización de otros jóvenes. Quieren una comunidad eclesial más auténtica y fraterna donde se sientan integrados, asuman responsabilidades y sean valorados.

II PARTE - «SUS OJOS SE ABRIERON».

     Un nuevo Pentecostés: el espíritu rejuvenece a la iglesia y la vida de cada persona que cree.

I. EL DON DE LA JUVENTUD.
    Jesús joven entre los jóvenes: habla de la juventud de Jesús invitando a fijar en él nuestra mirada. Considera que solamente a partir de su forma de mirar es posible una experiencia auténtica de Dios. La saludable inquietud de los jóvenes es un gran regalo. Ellos son un lugar teológico, esto es lugar donde Dios se manifiesta y de lo que habla a la iglesia y al mundo.

    Volverse un adulto: subraya las características de la edad juvenil como edad de las elecciones, es tarea nuestra ayudar a los jóvenes a vivir su existencia a la luz de la misión con una pedagogía capaz de interpelar y fascinar. Ofrecerles el verdadero censo de autoridad ayudando a cultivar las relaciones familiares de modo evangélico.

     Llamado a la libertad: el Evangelio que la iglesia anuncia es el Evangelio de la libertad. Cristo no saca la libertad sino que libera, esto es, da la verdadera libertad, aquella responsable que no puede ser vivida sin la fraternidad y la solidaridad, especialmente con los últimos de la sociedad.

II. EL MISTERIO DE LA VOCACIÓN.
      La búsqueda de la vocación el concepto de vocación: están en estrecha relación con el de Misión toda la vida es una vocación y tiene que ver con Dios no es algo privado, generado por cuenta propia, toda vocación bautismal es un llamado a la santidad. Es importante crear las condiciones para que en todas las comunidades cristianas se desenvuelva una verdadera y propia cultura vocacional.

     La vocación de seguir a Jesús: la vida de Jesús permanece todavía hoy atractiva e inspiradora. Es para todos los jóvenes algo que inspira, revelando el misterio del padre y de su amor. Jesús también revela plenamente el ser humano, a sí mismo y expresa su más elevada vocación. En este sentido la virgen María, la mujer joven, es presentada como modelo por su capacidad de recibir el llamado de Dios y volver posibles sus planes.

      Vocación y vocaciones: la vocación y la misión de la iglesia son la Comunión con Dios y entre todas las personas, por eso ella cuenta con la variedad de carismas que son la expresión de su identidad y dones de Gracia que el Espíritu hace surgir continuamente en la iglesia. para rejuvenecerla. A partir del bautismo somos llamados a la santidad en una lógica de fe y don a ser vivida en cada elección de vida que se hace: matrimonio, vida consagrada, ministerio ordenado, soltero, etcétera.

III. LA MISIÓN DE ACOMPAÑAR.
      La iglesia que acompaña: ejercitando su propia función materna la iglesia es llamada a estar presente, apoyar y acompañar el itinerario de los jóvenes para elecciones auténticas. Acompañar es repartir juntos el pan y el primer sujeto en este proceso es la propia comunidad, donde la trama de relaciones puede dar soporte a la persona en su caminar, ofreciéndole medios de orientación. A este servicio son llamadas todas las personas significativas en los diversos ambientes de la vida de los jóvenes. Eso significa también ayuda para insertarse en la sociedad.

     El acompañamiento comunitario, de grupo y personal: el acompañamiento es una misión que se debe realizar no solamente a nivel personal, sino también a nivel de grupo. En el acompañamiento espiritual se aprende a reconocer, interpretar y escoger en la perspectiva de la fe, escuchando lo que el Espíritu sugiere dentro de la vida cotidiana. Motiva a la frecuencia del Sacramento de la reconciliación, a asumir responsabilidades y a recibir la diversidad como una oportunidad para la comunión fraterna y el crecimiento mutuo.

      Acompañantes de calidad: el diácono Felipe es presentado aquí como un modelo, se coloca a disposición del Espíritu, encuentra un modo de entrar en relación, hace algunas preguntas que llevan a una decisión y se retira con humildad. En este sentido el acompañante debe ser una persona equilibrada, de escucha, de fe y de oración, consciente de sus propias fragilidades. Por eso sabe ser acogedor, corrigiendo fraternalmente sin asumir un comportamiento posesivo y manipulador. Es importante buscar una formación específica para este ministerio.

IV. EL ARTE DE DISCERNIR.
      La iglesia ambiente para discernir: el discernimiento es la dinámica espiritual a través de la cual una persona o un grupo o una comunidad busca reconocer y recibir la voluntad de Dios. En lo concreto de su situación, a lo largo de la historia de la iglesia este proceso tuvo una variedad de significados, pero con muchos elementos en común. Nunca es reducible solamente a la dimensión individual, sino que desafía a toda la comunidad, que a la luz de la palabra, escucha lo que el Espíritu sugiere a través de la experiencia espiritual de sus miembros.

       Conciencia en discernimiento: la conciencia es un lugar privilegiado de intimidad con Dios donde su voz se hace oír, en este sentido, no se refiere a la autoconciencia, sino que certifica una presencia trascendente. La formación de la conciencia es un camino de toda la vida y requiere un cuidado interior, silencio, oración, práctica sacramental, enseñanzas de la iglesia y práctica del bien.

     La práctica del discernimiento: el discernimiento es entendido como un trabajo de conciencia y una forma auténtica de oración, para la persona que se encuentra en este proceso se hace necesaria la familiaridad con el señor, encuentro regular con el acompañante espiritual, práctica sacramental, disposición del corazón para escuchar la Voz del Espíritu y voluntad de poner orden en la propia vida. La responsabilidad por la decisión es confirmada a través de la experiencia fraterna y del servicio a los pobres.

III PARTE – «PARTIERON SIN DEMORA»

    Una iglesia joven: la imagen de la iglesia joven que soñamos es la de María Magdalena, que habitaba por un profundo amor por el señor, corre a los discípulos provocando el movimiento de ellos en dirección a Jesús resucitado. La iglesia quiere alcanzar a todos los jóvenes, caminar con ellos y a través de ellos escuchar la voz del Señor que nos pide conversión del corazón y renovación de las estructuras. Todos los jóvenes, ninguno excluido, están en el corazón de Dios y también en el corazón de la iglesia.

I. LA SINODALIDAD MISIONERA DE LA IGLESIA.
    Un dinamismo constitutivo: los jóvenes nos piden que caminemos juntos en un proceso sinodal continuo, a partir de la asamblea y del documento final las conferencias episcopales y las iglesias particulares están invitadas a seguir el proceso de discernimiento de forma participativa y corresponsable, con el objetivo de desenvolver soluciones pastorales específicas.

     Un estilo para una misión: “sinodal” es un estilo para la misión que nos exhorta a pasar del yo al nosotros, considerando los diferentes rostros, sensibilidades, orígenes y culturas. Es necesario valorar los diferentes carismas que el Espíritu da a todos, evitando el clericalismo y viviendo la autoridad como un servicio. Debe ser sinodal también, el diálogo ecuménico e interreligioso, tener parresía en el hablar y humildad para escuchar.

II. CAMINAR JUNTOS EN LA VIDA COTIDIANA.
       De las estructuras a las relaciones: la necesidad de caminar juntos dice respecto, no solamente de la iglesia a nivel universal sino, sobre todo, a las comunidades individuales, eso implica pasar de la lógica del delegar para la de la participación. Debemos repensar la pastoral de la parroquia y sus estructuras en las que se desenvuelven relaciones auténticas, favoreciendo experiencias significativas en la vida de los jóvenes. La vida de la comunidad, nuestras comunidades, son marcadas por la diversidad, un mosaico de muchas caras, eso permite la inserción de los jóvenes en la vida social llevando la alegría del Evangelio.

      En el anuncio y en la catequesis: es importante el compromiso de renovar el lenguaje y la metodología, pero sin perder de vista lo esencial, la experiencia litúrgica a través de la cual los jóvenes crecen en la sensibilidad de la diaconía, encontrando en el voluntariado y en el servicio el camino para encontrar al señor.

      Pastoral de la juventud en clave vocacional: la iglesia está llamada a ser una casa para los jóvenes, caracterizada por un clima de familia hecho de la confianza y la confidencia. Como la vocación es el núcleo en torno al cual todas las dimensiones de la persona son integradas, solamente en la dimensión vocacional toda la pastoral puede encontrar un principio unificador, por eso es necesario que toda la pastoral de la iglesia sea realizada en clave vocacional, especialmente el trabajo con la juventud.

III. IMPULSO MISIONERO RENOVADO.
     Desafíos retomados: el ambiente digital - impregnar del Evangelio sus culturas y su dinámica; inmigrantes - recibir, proteger, promover e integrar; mujeres en la iglesia - valiente conversión cultural y cambio en la práctica pastoral; sexualidad - proponer a los jóvenes una antropología que de el valor correcto a la castidad, ayudándolos a integrar la dimensión sexual en la propia personalidad; sobre la economía y la política y el trabajo - favorecer y acompañar la inclusión de los jóvenes en este mundo; contextos interculturales, diálogo ecuménico e interreligioso - los jóvenes cristianos están llamados a la unidad, abriéndose también a los jóvenes de otras tradiciones y manteniendo con ellos diálogos auténticos que promuevan el conocimiento mutuo y la superación de preconceptos y estereotipos.

IV. EDUCACIÓN PLENA.
      En un mundo donde todo está conectado es necesario un nuevo abordaje formativo que pueda unir las diferentes dimensiones de la persona. Nuestra presencia en las escuelas y en las universidades debe ser significativa, teniendo en cuenta la formación integral de los jóvenes. Debemos valorar la experiencia de la misión juvenil invirtiendo con generosidad, pasión educativa, tiempo prolongado y también recursos económicos. Al final el sínodo formula tres propuestas para fomentar la renovación: la formación conjunta de laicos, personas consagradas y sacerdotes; incluir en la preparación al sacerdocio o a la vida consagrada una preparación específica sobre la pastoral de los jóvenes, dentro de un discernimiento genuino encontrar un período formativo en un sentido experiencial y comunitario.

CONCLUSIÓN.
      El sínodo recuerda que todos estamos llamados a la santidad y apenas a partir de esta única vocación se pueden articular las diferentes formas de vida. Los jóvenes necesitan de Santos que formen a otros Santos, mostrando así que “la santidad es el rostro más bonito de la Iglesia”. También los jóvenes pueden enseñarnos mucho sobre esa realidad, a través de la santidad de los jóvenes la iglesia puede renovar su celo espiritual y su vigor apostólico, los jóvenes nos hacen volver a nuestro primer amor.

Fr Ndega
Traducion a el español: Nomade de Dios


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