quarta-feira, 21 de setembro de 2016

NEGRITUD Y SEGUIMIENTO DE JESÚS


Fuimos bendecidos por Dios con este mes que dedicamos en honor a la Biblia o a la Palabra de Dios, especialmente presente en la biblia. En esta reflexión, queremos recibir las provocaciones de la Palabra de Dios para ver como estamos y que es lo que debemos hacer para seguir verdaderamente a Jesús.

Jesús nos llama a seguirlo, pero no quiere que lo sigamos de cualquier manera. No podemos seguirlo a partir de un “oí decir”, sino por convicción, que nace de un encuentro personal con él mismo. Según el documento de Aparecida, no seguimos una idea o una doctrina, sino una persona: Jesucristo. Lo que sabemos sobre él no es fruto de nuestras ideas, sino un recibir de aquello que él mismo reveló sobre sí, estando entre nosotros. Jesús no vino para morir en la cruz, sino para salvarnos. Su compromiso profético lo llevó a la cruz. Él la abrazó por amor, para que ella no sea más señal de muerte para nadie. Su gesto fue recibido por Dios, que respondió con la resurrección. Por lo tanto, por detrás de la cruz, aparentemente señal de muerte, está el gesto de amor de Cristo que conduce a la vida. Él no paró en la cruz, pues detenerse en la cruz es dejarse dominar por las fuerzas de la muerte de la sociedad injusta, pero él simplemente venció la muerte, conduciéndonos a la vida plena por la resurrección. Por este motivo, la cruz pasa a ser parte de su vida y misión.

Aceptando la cruz, Jesús le da un nuevo significado y la propone como condición para todos los que desean seguirlo. Para seguirlo verdaderamente, necesitamos estar dispuestos a cargar también la cruz. Necesitamos entender la cruz como parte de un proceso de madurez en el seguimiento y como señal de nuestra entrega en vista del bien de los demás; como consecuencia de nuestra fidelidad a Jesús y a su proyecto. Es necesario, primero, renuncia a sí mismo y eso exige cambio de vida y de mentalidad, o sea, no da para decidir por Jesús y continuar actuando de la misma manera que antes. Después, debe asumir cada día la cruz de sus propias dificultades y ser solidario/a con la cruz de los otros. Traicionamos nuestra vocación de seguidores y seguidoras de Jesús cuando preferimos ser cruz en la vida de los otros, en vez de ayudarlos a cargar sus cruces.

Cuando hablamos en biblia y en pueblo negro, vemos que tienen muchas cosas que ver, pues, parte de las historias bíblicas sucedieron en África y envuelven africanos. José, hijo del patriarca Jacob fue recibido en África (Egipto) y allá fue valorizado con su talento de intérprete de sueños – para el pueblo africano, la revelación de Dios se da también a través de los sueños. Moisés fue iniciado en los conocimientos africanos (ciencia egipcia) y se volvió poderoso en palabras y obras. Jeremías estaba preso en una cisterna, durante la invasión de Babilonia a Jerusalén y fue salvado por Ebed Melec, un africano, empleado del Rey. Jesús fue recibido en África (Egipto) para escapar de la persecución de Herodes y cuando conducía la cruz al monte Calvario, fue ayudado por un africano, llamado Simón, de la ciudad de Cirene, de Libia. Un funcionario de la reina Candase, de Etiopía, fue evangelizado y bautizado por Felipe, de suerte que cuando la naciones europeas invadieron África, ya existía el cristianismo allí. Es por eso que todavía hoy existen en África las Iglesias Apostólicas Tradicionales (de los primeros siglos) y la Iglesia Católica Romana (de los tiempos de la colonización).

En tiempos de colonización la biblia fue utilizada por los colonizadores para justificar la esclavitud y se insistía mucho en la figura melancólica de Jesús, excesivamente dulce, que aceptó el sufrimiento porque era voluntad de Dio, de manera que todo intento de fuga o de desobediencia al señor de esclavo era actuar contra las enseñanzas de Jesús y, por lo tanto, quedar impedidos de recibirlo en la eucaristía. Esta situación incidía a la comunidad negra actitudes de conformación al sufrimiento, a la esclavitud. Aquellos que hablaban de la Biblia y de la cruz de Cristo aumentaban el peso de la cruz de los oprimidos en vez de ayudarlos a cargar sus cruces. La biblia es utilizada, entonces, como instrumento de opresión y obstáculo en la lucha por la dignidad y la libertad. El problema no está en la Biblia en sí misma, sino en quien está con la Biblia en la mano y se atreve a hablar de ella.

A lo largo de todo este período, la propia comunidad negra había percibido que aquellos que catequizaban dejaban mucho que desear sobre el verdadero significado del mensaje que llevaban.  A partir de su propio descubrimiento sobre Jesús, la comunidad negra se dio cuenta de su identificación y solidaridad en relación a los pobres y todos los que sufren; y su compromiso en vista de la transformación de esta realidad. Descubrieron que sus señores catequistas habían vaciado la biblia de su fuerza profética. Redescubrieron, entonces, la biblia como fuente de liberación y de vida nueva. La presencia de afrodescendientes siguiendo fielmente a Jesucristo, viene marcando significativamente la vida de la Iglesia, contribuyendo, de forma dinámica, para que ella cumpla con fidelidad la misión que recibió. En contrapartida, esta Iglesia “Madre” ha buscado realizar un discipulado reparador, reconociendo los límites de la evangelización pasada, apoyando e incentivando la comunidad negra en sus justas reivindicaciones en vista de la vida plena, profecía del Reino de Dios.

Axé.

Padre Josuel Ndega

Traducción: Nómade de Dios.

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