terça-feira, 21 de novembro de 2023

SIERVO/A BUENO/A Y FIEL

 

Reflexión a partir de Mateo: 25, 14-30





“Dios es bueno”, hizo todo bien y decidió compartir sus dones con nosotros, haciéndonos administradores de estos dones, no dueños. Él nos llena con su gracia y bondad, de acuerdo con lo que las Escrituras dicen: “De su bondad, recibimos gracia sobre gracia”. Pensemos en nuestra vida. “Dios nos dio la vida, y con este don, nos dio también una tarea. Recordémoslo bien: la vida simplemente nos es confiada a cada uno, es un bien a través del cual somos personalmente responsables”, no dueños. Así, por su voluntad, el propósito de nuestra vida es ser fecunda desde su origen y esa fecundidad se expresa, justamente, a través de nuestra capacidad de compartir, de hacer fructificar los dones recibidos de Dios; capacidad dada por el mismo Dios.

         Es eso lo que Jesús nos hace entender con la “parábola de los talentos”. En esta narración, un hombre llamó a tres de sus sirvientes, compartió sus vienes con ellos y partió en un largo viaje. A su vuelta, él llamó nuevamente a los sirvientes para que rindan cuentas. De los tres solamente dos participaron de la alegría del señor, porque actuaron según sus expectativas, mientras que el tercero, cultivando una idea equivocada de su señor, decidió enterrar el talente recibido.

         Esta parábola habla de la gratuidad de Dios, que llama a todos y nos confía sus dones. El texto nos dice que esos dones son distribuidos en diferentes medidas, prestando atención a la diversidad de dones de las personas, pero también nos trae la idea de abundancia y generosidad. No existe ninguna reserva en la oferta divina. Cualquier reserva en este sentido viene de la capacidad de cada uno de recibir y hacer fructificar los dones recibidos: a uno cinco talentos, a otro dos y al último solo uno. La medida se define según la capacidad de cada uno. Así, aunque Dios actúe con gratuidad y generosidad, respeta la libertad y capacidad de acogida de cada uno. A Él le interesa la calidad de nuestras acciones y no la cantidad.

         Lo importante no es la cantidad de dones recibidos, sino la capacidad, el entusiasmo por hacerlos fructificar, o sea, lo que recibimos debe ser compartido no acumulado o usado solo para nosotros mismos. Los dones compartidos generan fraternidad y sirven para la gloria de Dios: “bien siervo bueno y fiel…  ven a participar de la alegría de tu señor. Aquel que decide usar los dones recibidos para sí mismo, arruina su vida. Tal vez eso se deba al miedo: miedo a Dios, a la novedad, a la fraternidad. Referido a Dios, el miedo es causado por el cultivo de falsas imágenes de Él; con relación a la novedad, es causado por la pereza, una expresión de una vida mediocre que nos garantiza una “zona de confort”, cerrándonos a los demás.

         Cultivar la imagen de un Dios severo, nos asusta y paraliza. “Debemos tener el concepto de un Dios que nos ánimos a salir de nosotros mismos, nos da coraje para vivir la libertad para el Reino”. Una señal muy clara de reconocimiento de sus dones en nuestras vidas es nuestra voluntad para servir. Esos talentos, confiados a la capacidad de todos, nos hacen recordar nuestro llamado vocacional. Dios nos llama a la vida y fortalece con su gracia nuestra capacidad de crecer, de madurar personalmente, de discernir y responder al llamado viviendo como hijos, hermanos y hermanas y seguidores de su Hijo.

         “Dios me dio l a vida para que pueda multiplicar los bienes en la tierra, o sea, hacer el bien, para que a través del servicio pueda encontrar el sentido de mi vida, y descubrir mi vocación, esto es, el bien que Dios quiere que haga”. Esconderse o esconder los dones es una señal de que no aprecio la vida lo suficiente según la voluntad del Dador. Si no entierro mi vida en la arena y tengo la audacia para hacer fructificar los dones de Dios, puedo nutrir la esperanza de que Él me apruebe y me dé más. Contar con nosotros para cuidar de sus dones, significa que Dios tiene buenas expectativas sobre nosotros. Él quiere que compartamos su alegría. La fidelidad a esta tarea es la condición para participar de su alegría. Que podamos actuar sabiamente como siervos buenos y fieles.


Fr Ndega

Traduzione: Nòmade de Dios

Nenhum comentário: