sábado, 2 de abril de 2022

SINTONIZARSE CON EL CORAZÓN DE DIOS

 

Reflexión de Is 43, 16-21; Fil 3, 8-14; Juan 8:1-11



 

    Aunque la última vez tuvimos aquella hermosa parábola del Padre misericordioso, es precisamente hoy que podemos llamarla “Domingo de la Misericordia” porque los textos nos presentan hechos concretos en los que el abrazo de la misericordia se siente de manera muy intensa y liberadora. . La imagen de Dios que se nos presenta es muy clara: es un Dios que desaprueba el pecado, pero que ama y salva al pecador.

    La primera lectura trae el mensaje del profeta Isaías, que es el profeta del consuelo y de la esperanza. Anuncia a un Dios fiel, que camina con su pueblo y está a punto de librarlo de sus enemigos. Del pueblo sólo se pide una cosa: una confianza renovada en su Dios. Eso significa, dejar de pensar en el pasado, seguir confiando en el futuro por la fidelidad y la misericordia del Señor. Queridos hermanos y hermanas, si el Señor nos ha ayudado hasta aquí, no temamos por el futuro.

    En la segunda lectura, san Pablo nos invita a descubrir la belleza de estar enamorados de Jesús y, como sabemos, cuando vivimos la experiencia del verdadero amor, nada de lo que pensamos, decimos o hacemos queda fuera de este horizonte. El conocimiento de Jesucristo va más allá de una actividad intelectual. Se trata de vivir una relación íntima con Él, una experiencia que nos involucra totalmente y que exige fidelidad en vista de la alegría plena. Como dijo San Juan Pablo II, "Sin fidelidad no hay felicidad".

    El Evangelio nos habla de una mujer sorprendida en el acto de adulterio y que encontró el abrazo de la misericordia en su encuentro con Jesús, los acusadores estaban a punto de apedrearla pero querían saber la opinión de Jesús: "¿Tú qué piensas?" Con eso, querían poner al Señor en problemas. Si Jesús decía que no, estaría en contra de la ley mosaica, y si decía que sí, estaría en contra del mensaje de misericordia que estaba anunciando. ¿Qué respondió?

    Primero se agacha y empieza a escribir en el suelo indicando la humanidad, la dimensión de la fragilidad marcada por el polvo y, por tanto, la necesidad de mirar a los demás con corazón humano, es decir, no condenar porque uno también es frágil. Por eso dijo: "El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojarle la piedra". Jesús se pone del lado del ser humano para ayudar a comprender la debilidad y la verdadera necesidad del corazón humano: cuanto más humanos somos, más divinos nos volvemos.

    Con su respuesta, Jesús ni aprobó ni justificó el pecado de la mujer, sino que propuso a todos el autoanálisis. Según San Agustín, Jesús fue muy bueno en su respuesta. ¿Y qué causó? Así dice este teólogo: “¡Oh respuesta de la Sabiduría! ¡Cómo los obligó a volver a entrar inmediatamente! Estaban en el exterior calumniando a los demás en lugar de mirarse profundamente a sí mismos. Se interesaron por la adúltera, y mientras tanto la perdieron de vista».

    El texto invita a cada uno de nosotros a mirar dentro de nosotros mismos para descubrir la necesidad de Dios y así será diferente en relación a los demás. Ahora la mujer sigue en el medio, ya no está sola; está con Jesús! Con él, puedes dejar el pasado y mirar al futuro con esperanza. El breve diálogo de Jesús con la mujer confirma el verdadero rostro del Padre que acoge a su hija sin importar lo que haya hecho. Esta actitud de Jesús confirma verdaderamente la misericordia de Dios hacia nosotros.

    "No peques más" es la última invitación de Cristo que se convierte en programa de vida en el arduo camino de la verdadera conversión. Al acercarnos a las celebraciones centrales de nuestra fe, nos damos cuenta de que no hay otro camino para obtener la vida que este arduo camino propuesto por Jesús. Por eso, necesitamos dejar las piedras en su lugar y actuar según el “corazón” de Dios, porque “la Cuaresma no es tiempo de tirar piedras, sino de construir fraternidad. El problema del mal y del pecado no se soluciona con el castigo y la intolerancia, sino con el amor y la misericordia”. Para eso, necesitamos cultivar en nosotros los mismos sentimientos del corazón de Jesús. En otras palabras, ¡sintonizarse con el corazón de Dios es el secreto!


Fr Ndega

Traducion: Nòmade de Dios

Nenhum comentário: