REFLEXIÓN
SOBRE: Eclesiástico 15, 15-20; 1Cor 2, 1-10; Mt 5, 17-37
“Dios conduce el universo entero de
acuerdo con su plan de sabiduría y bondad. No existe nada que escape a su
mirada amorosa”. Él respeta la libertad de los seres humanos y, cuando les
propone el camino para alcanzar la vida eterna, espera que puedan elegir bien,
para vivirlo para siempre. De acuerdo con San Pablo, la sabiduría que siempre
estuvo con Dios, está dentro de nosotros y nos conduce en nuestras decisiones.
Este misterio Dios lo preparó para aquellos que lo aman y nos reveló a través
de su Espíritu. Reconocer esta acción en
nosotros es la condición para que podamos hacer la diferencia en la realidad en
la que vivimos.
El texto de Mateo presenta a Jesús como el
“nuevo Moisés” y su enseñanza es totalmente nueva. No podemos decir que existe
ruptura entre la enseñanza de Jesús y la de los antepasados, sino continuidad.
Sin embargo, aunque esta sea continuidad, es Jesús el que da la interpretación
adecuada, sobre todo lo que fue dicho en el pasado. Por eso él pidió a sus
oyentes que presten atención a sus palabras, diciendo: “yo les digo…” Él dice
así porque tuvo que enfrentar la dureza de corazón de algunas personas. Por lo
tanto, él respetaba los escritos del Antiguo Testamento y aconsejaba a las
personas a hacer lo mismo. Así, el Antiguo Testamento también es importante
para los cristianos, pues Jesús dice que él no vino a anular la Ley y los
Profetas, de hecho, él vino para dar pleno cumplimiento a las promesas hechas a
través de estos escritos. Él es la confirmación plena de la fidelidad de Dios a
sus promesas.
Jesús retoma temas fundamentales,
rescatando el plan original de Dios. Este plan es revelación de su amor que no
puede depender de la mentalidad deficiente del ser humano. Jesús insiste que la
justicia de sus discípulos debe superar aquella de los fariseos y de los
doctores de la ley. En Mateo, justicia significa “voluntad de Dios” y los
justos son aquellos que hacen la voluntad de Dios. Esta voluntad es que las
personas puedan vivir la generosidad sin medida, haciendo más allá de lo que es
establecido por la ley, esto es, cultivar las relacione de respeto y
reconciliación. Poco a poco los discípulos de Jesús fueron descubriendo que su
deseo era establecer nuevas relaciones entre las personas y Dios y también
entre las mismas personas. Él quiere que las personas cultiven la obediencia
que bien del corazón, y no la falsa obediencia externa que es sólo para la ley.
“Jesús quiere que nuestra ley acompañe
nuestros actos. Obediencia solamente a la ley, sin acciones verdaderas, no nos
ayudan en nada. En nuestro corazón y en el amor como el de Jesús, de hecho
podemos hacer la voluntad de Dios con palabras y acciones”. Así, es el
Evangelio de Jesús que debe ser ley de nuestras relaciones humanas. Si queremos
tener buena relación con Dios, no podemos desplazar a los otros ni tener una
mala relación con ellos. De acuerdo con la nueva visión que Jesús trae, la
forma de vivir de una persona puede causar la muerte de otra, sin necesidad de
usar armas de fuego. Sentir rabia por alguien y cultivar este sentimiento es
matar a la persona en su corazón. Jesús considera eso como un verdadero
asesinato. La falta de respeto es el comienzo de este asesinato.
Debemos estar atentos porque cada
pensamiento, palabra o acción que no tiene como objetivo la voluntad de Dios,
como pensaba Jesús, da oportunidad al adversario de Dios, causando destrucción
en nuestra vida familiar y comunitaria. Nuestra libertad no lleva a usar nuestras
palabras tanto como instrumento de edificación fraterna, por ejemplo, palabras
de cariño, de consuelo, de esperanza, etc. Como también instrumento de
destrucción, por ejemplo, palabras de desprecio y chismes. El chisme sobre
alguien roba su dignidad. Existe una parábola que tiene relación con el
pensamiento de Jesús y nos ayuda a luchar contra la triste realidad del chisme.
“Sócrates era un filósofo griego. Un día alguien llego hasta él y le dijo: -
“escucha un comentario sobre tu amigo”. Sócrates le dice: - “Espera, ¿el
mensaje que estás queriendo transmitir ya pasó por el análisis de los tres
coladores? – “¿Qué son los tres coladores?, preguntó el fulano. Sócrates le
respondió: - “¿lo que me quieres decir es un hecho verdadero?” – el fulano
dice: “Para decir verdad, fue alguien que me lo contó”. Continuó Sócrates: - “¿lo
que me quieres decir se trata de las características positivas de mi amigo? -
¡qué positivo, ni nada!, al contrario, es muy negativo. Citando el último
colador, Sócrates preguntó: - “¿Lo que me quieres decir es realmente necesario
decirlo?” – “Creo que no hay necesidad de decir eso”. Entonces, concluyó
Sócrates: - Como lo que tienes para decirme sobre mi amigo no es verdadero, no
es positivo y no hay necesidad de decirlo, entonces, olvídalo.
Estamos invitados a hablar con cuidado
porque las palabras tocan muy profundo y conducen nuestra relación con Dios y
entre nosotros. Si nuestras palabras causan heridas en los demás, tenemos el
deber de buscar la reconciliación. No podemos cultivar una relación verdadera
con Dios si no nos reconciliamos con aquellos que ofendemos o que nos han
ofendido. De acuerdo con Jesús, nosotros debemos tomar la iniciativa de la
reconciliación y no esperar que la otra persona venga hasta nosotros, aún si no
somos culpables. Me gustaría terminar esta reflexión con un verso de un canto
compuesto en Brasil: “La Palabra es como una piedra preciosa, quien sabe el
valor, cuida bien de lo que dice. La palabra es como brasa, quema hasta el fin;
quien sabe lo que dice ha de ser más feliz”.
Fr Ndega
Tradición: Nómade de Dios
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