Reflexión
sobre Hch 2, 14a. 36-41; 1Ped 2, 20b-25; Jn 10, 1-10
Estamos celebrando el domingo del Buen
Pastor y el Día Mundial de oración por las vocaciones. Queremos agradecer a
Dios por el don de las vocaciones y pedirle que continúe bendiciendo a la
Iglesia con muchas y santas vocaciones. La propuesta de este domingo viene
desde el Papa Pablo VI, él invitó a toda la Iglesia a asumir el compromiso de
rezar por la causa de las vocaciones. Rezar por las vocaciones es también
obediencia al llamado de Jesús de pedir al Señor de la mies que envíe
trabajadores a su viña, porque la mies es mucha y los trabajadores son pocos
(Mt 10,37s). La vocación es un don de Dios, y tiene al Bautismo como fuente y a
la familia como cuna. Aquel que llama espera una respuesta generosa de
aquellos/as que son llamados/as.
En la primera lectura, los apóstoles
proclaman con entusiasmo el misterio pascual de Cristo por el poder de Dios,
como una invitación para cambiar de vida. La fuerza de sus palabras viene del
Espíritu Santo que actúa en la vida de las personas que están oyendo,
llevándolas al arrepentimiento y a la conversión. Para los primeros discípulos,
cada momento era una nueva oportunidad para proclamar la nueva vida que Jesús
entregó a todos, inclusive “a aquellos que están lejos y para todos aquellos
que el Señor nuestro Dios llame”, nadie está excluido de esta propuesta salvífica.
Según San Pedro, Dios no se complace con
el sufrimiento humano, sino que se complace con el modo paciente cómo lo
enfrentamos. Dios no aprueba la violencia que padeció su Hijo seguida de la
muerte, pero eligió el gesto de amor de Cristo de dar la vida por toda la
humanidad. Cristo es la realización de las promesas de Dios, a través de él las
personas encuentran la salvación. Él nos garantiza que somos hijos de Dios y
que él hace por nosotros lo que hace el Buen Pastor por su rebaño. Siguiendo su
ejemplo, estamos invitados a hacer lo mismo por los demás.
En el Evangelio, Jesús se revela como
Pastor y puerta de las ovejas. Él utiliza verbos como conocer, llamar,
escuchar, seguir, conducir y dar, para hablar de la gran diferencia que existe
entre él y los que vinieron antes de él. Jesús es el Buen Pastor porque él ama las
sus ovejas y la prueba de este amor es su disposición para dar la vida por
ellas. Él conoce a sus ovejas y las exhorta a oír su voz que las guía en vista
de ser bien nutridas y experimentar la verdadera vida.
Él usa esta imagen para hablar de su
relación con sus discípulos. Es una relación basada en la confianza mutua, en
la ternura y da sentido pleno a la vida de los discípulos. Como él los conoce,
él espera que ellos también puedan conocerlo y seguir sus enseñanzas. La falta
de intimidad con la voz del Pastor puede llevar a la división del grupo y a la
pérdida de la identidad del discípulo. La forma de cuidar de Jesús es la
referencia para quien tiene la responsabilidad de orientar a las personas.
Jesús es la puerta para el buen
relacionamiento entre las personas y Dios. Podemos entender esta puerta usando
su propia revelación como camino, verdad
y vida. En primer lugar, Jesús es el
camino que nos conduce al Padre, su presencia garantiza un encuentro real con
Dios; en segundo lugar, Jesús es la verdad de Dios para la humanidad y toda la
verdad de la humanidad para Dios; aquel que es de la verdad oye su voz (Jn
18:37) y permite ser conducido por Jesús a la verdad plena. Jesús es también la
vida qué es dada libre y abundante para todos.
En Jesús, Buen Pastor, Dios mostró su
protección y cuidado para con su pueblo. Quién se opone a su voz se opone a
hacer la voluntad de Dios y vivir una relación de amor con él. La respuesta que
él espera en relación a su invitación en los días de hoy es aquella de tener
más atención a su inspiración para que podamos actuar con sabiduría en todas
las elecciones que debemos hacer.
Jesús es nuestro Buen Pastor y seguir su
voz - sus enseñanzas - es nuestro compromiso como ovejas de su rebaño. Nuestra
vocación encuentra su realización cuando reconocemos la voz del señor, entre
muchas voces que intentan guiarnos. A través de su palabra, de los sacramentos,
de las enseñanzas de nuestros pastores y de su compromiso con los más
necesitados, el Buen Pastor, Jesús continúa guiando y cuidando de su rebaño.
Estamos invitados a dejarnos guiar en espíritu de docilidad y comunión. Por
otro lado, por medio de nuestro bautismo, también nosotros somos pastores y
tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros pastores a realizar bien su
misión. Estamos invitados a actuar como los primeros discípulos, qué asumieron
su vocación con alegría y entusiasmo para el bien del pueblo de Dios y el
rebaño de Jesús.
Fr Ndega
Traduciòn: Nomade de Dios
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