Querido
lector, con esta reflexión, me gustaría presentarte una visión religiosa de los
valores. Antes que nada, fui al diccionario italiano buscando el significado de
valor y para mi sorpresa encontré 17 significados diferentes. Claro que elegí
aquel que está más en sintonía con la reflexión propuesta, o sea: valor como
virtud, nobleza de ánimo. Los valores tienen mucho que ver con las emociones
que experimentamos. Ellos son como las huellas digitales: son diferentes para
cada uno de nosotros y los dejamos donde quiera que vayamos. Pensemos en
nuestros seres queridos que nos precedieron en la vida eterna: los valores que
ellos vivieron y nos dejaron testifican que el pasaje de ellos entre nosotros
no fue en vano. Y en relación a nosotros, ¿los valores que estamos viviendo,
son realmente estos los que queremos dejar para las generaciones futuras?
Nuestro
mundo vive una grave crisis de los valores. Estos fueron cambiados de su propio
lugar, o sea que no se entiende más la diferencia entre lo que es importante y
lo que es secundario. Cada persona necesita de una escala de valores sobre la
cual basar, sedimentar su vida e invertir esfuerzos para dar dirección correcta
a la propia existencia. La mayoría de nosotros no conoce los valores básicos de
la propiedad porque somos fácilmente influenciados por el ambiente en que
vivimos: familia, escuela, amigos, sociedad, etcétera. Claro que estos son la
motivación inicial que cada uno de nosotros necesita. Pero debemos
preguntarnos: ¿qué valores están más en sintonía con mi vida? ¿Qué es lo
realmente esencial? De esa forma comenzamos a componer nuestra escala de
valores.
Tener una
escala de valores es tan importante que podemos hasta decirle a alguien:
muéstrame tu escala de valores y te diré quién eres. Una escala de valores debe
ser constante a lo largo de la vida y no condicionada por el mundo, pero el
resultado de una búsqueda cuidadosa, pues de la escala de valores dependerá la
calidad de nuestra vida y de nuestras elecciones. Aquellos que viven la fe
cristiana consideran que es Cristo quien indica la verdadera escala de valores.
Lo que él hizo y enseñó, es decir, los valores del Evangelio se vuelven la
referencia para la vivencia de cualquier persona en el mundo, aún para aquellas
que no creen.
Cuando
pienso en San Juan Calabria, por ejemplo, lo veo como un hombre de gran fe, que
organizó su escala de valores a partir de un programa: busca primero el Reino
de Dios y su justicia, y todo lo demás se dará por añadidura. Esta es una unión
de Evangelio de Mateo (Mt 6, 33). Todo lo que San Juan Calabria pensó para su
vida y para su obra (la congregación Pobre Siervos de la Divina Providencia) encuentra
en este programa su soporte, su consistencia. A partir de este programa emergen
valores como la paternidad de Dios, cuidado, confianza, fe, coraje,
discernimiento, decisión, etc.
Cuando
pensamos en el valor de la persona, no podemos partir de un criterio social,
porque sino estaríamos condicionados a considerarlo siempre a partir de su
capacidad de emerger, de ser mejor que los demás, de competir. En el Evangelio,
la competencia por los primeros lugares, por el privilegio y la fama, lleva a
Jesús a decir: “Entre ustedes no será así”. A partir de él entendemos cómo
deben ser olas relaciones entre las personas y cuáles son las cosas esenciales
que se deben buscar para dar un verdadero sentido a sus vidas. La lógica de
Jesús es la lógica de los opuestos, al contrario de la vana mentalidad humana:
ser el último para ser grande, perder la vida para ganarla, morir para vivir.
Todo es una cuestión de elección.
Cierto autor
afirma que “el camino para la felicidad e para la realización personal pasa
necesariamente a través de las elecciones que hacemos”. No queremos vivir como
eternos fracasados por aquello que no salió bien, sino discernir bien antes de
tomar cualquier decisión pues cada decisión trae consigo pérdidas y ganancias.
Feliz quien aprendió a cultivar los verdaderos valores que la Sagrada Escritura
nos ofrece y que pueden ayudar en la composición de nuestra escala de valores
que pondrán orden a nuestra vida, por ejemplo:
CONFIANZA:
Proverbios 3,5: “Confía en el Señor con todo el corazón”. Confiar es tener la
certeza de que Dios nos protege y que él guía nuestra vida.
GENEROSIDAD:
Proverbios 11, 17: “Aquellos que son generosos siempre reciben los beneficios”.
SINCERIDAD:
Proverbios 11, 20: “El Señor está lejos de quien trama el mal, él prefiere a
aquellos que tienen una conducta honesta”. A Dios no le gusta la falsedad, él
quiere que seamos honestos, espontáneos y sinceros.
COHERENCIA: Mateo 7,12: “Todo lo que deseen que los demás
hagan por ustedes, háganlo por ellos”.
FE: Mateo
9,29: Jesús les tocó los ojos,
diciendo: «Que suceda como ustedes han creído».
DISPONIBILIDAD: Lucas1, 38: «Yo soy la servidora del
Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho».
SIMPLICIDAD: Hechos 2, 46: partían el pan en sus casas, y
comían juntos con alegría y sencillez de corazón.
SOLIDARIDAD: Hechos 4, 32: Nadie consideraba sus bienes
como propios, sino que todo era común entre ellos.
AMOR: Hechos 9,36: ella pasaba su vida haciendo el bien y
repartía abundantes limosnas.
SERVICIO RECÍPROCO: 1Pedro 4,10: Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido.
Fr Ndega
Traducion: Nomade de Dios
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