Reflexión a partir de Is. 40, 1-5, 9-11;
2Ped. 3, 8-14, Mc 1, 1-8
Es
que estamos invitados a preparar los caminos del Señor a través de un proceso
de conversión, recibiendo la propuesta de la Palabra de Dios y proclamando un
alegre anuncio a partir de esta Palabra. Aquellos que hablan en nombre de Dios
eran personas que fueron profundamente transformadas por su Palabra y por eso
se volvieron verdaderos testigos. Solamente quien vive un camino serio de
conversión personal es capaz de contribuir a la conversión de los otros. Hay
una esperanza para tu futuro; ¡conviértete!
El
profeta Isaías afirma que Dios no se olvida de su pueblo en exilio y quiere que
tenga una nueva vida. Por lo tanto es necesario preparar los caminos del Señor,
o sea, la vida de cada uno. Así como la falta de fidelidad causó el exilio, los
mejores momentos se dieron a través de la experiencia de la misericordia de
Dios, esto es, a través de un proceso sincero de conversión. Dios muestra su
poder salvador especialmente a través de la misericordia. A medida de cambiamos
nuestras actitudes, su gloria se vuelve más visible. ¡Es aquí el alegre anuncio
proclamado!
Delante
de la realidad de aquellos que, después de esperar por el gran día del Señor se
decepcionaron y se llenaron de impaciencia porque lo Esperado no venía, Pedro
dirige palabras que dan valor, que abren sus corazones a la esperanza. El
Apóstol aconseja a continuar esperando la venida del Señor de forma vigilante,
a través de una vida comprometida con la comunidad. En verdad, “delante del
Señor un único día es como mil años y mil años como un único día”; por lo tanto
lo que para nosotros es lentitud y atraso, para el Señor es su paciencia, el
tiempo que nos concede para nuestra conversión.
Entre
los evangelistas es solamente Marcos que inicia su evangelio con la expresión
“Evangelio” (Buena Noticia) cuando habla de Jesús. Esta expresión “Buena
Noticia” era conocida en la época de Jesús, pero no era usada en un sentido
religioso. Su uso era aplicado para proclamar una gran alegría, por ejemplo, el
nacimiento de un rey o su victoria contra algún enemigo o también la visita de
este rey a alguna parte de su reino. Esta proclamación traía expectativas de un
cambio en la realidad, o sea, tiempos mejores, pero al final todo continuaba
como antes.
La
intención de Marcos es responder a la pregunta: ¿Quién es Jesús? En verdad, en
el inicio y en el fin de este Evangelio encontramos la expresión “hijo de Dios”
en relación a Jesús y todo lo que él hace a lo largo de este Evangelio muestra
que él realmente viene de Dios y que realmente los cambios ya están sucediendo.
Entonces, de acuerdo con Marcos, la noticia que trae verdadera alegría a este
mundo es Jesús, el Hijo de Dios. Al contrario de lo que sucedía en relación a
los otros anuncios, esta “buena noticia” Jesús sólo trae tiempo mejores, pero
es él mismo el mejor del tiempo que nos ha sido dado.
La
buena noticia de Jesús comienza con la actividad de Juan Bautista, el mayor de
los profetas, según dirá el mismo Jesús. Juan es presentado como un modelo para
todos porque él usó todas sus energías para preparar a las personas para
recibir al Mesías, Hijo de Dios. Juan vivió en la soledad del desierto,
totalmente abierto a la inspiración de la Palabra de Dios. En verdad, nos
impresiona mucho su estilo de vida simple, especialmente tratándose de
vestimenta y comida.
Juan
es reconocido como el “mayor”, pero su verdadera grandeza fue demostrada al
reconocer la grandeza del Señor, considerándose a penas como una voz que grita
en el (y a partir del) desierto, preparando el camino para aquel que debe
venir. A través del gesto del bautismo, él motivó a las personas al encuentro
con la misericordia de Dios y decía: “regresad al Señor”. Él tenía certeza de
eso. Su gesto anuncia el nuevo y verdadero bautismo.
El
predicador Juan alcanzó gran credibilidad entre el pueblo, de manera que muchos
lo buscaban, pero la razón de tanta credibilidad no fueron a penas sus
palabras, sino también su humildad y su estilo de vida simple. Aunque no
existan las palabras, su vida ya era una verdadera proclamación de la nueva
realidad que Jesús nos trajo. Como Juan, nosotros también podemos hacer la
diferencia en la vida de muchas personas. Por lo tanto, no hay profecía sin
“experiencia de desierto”, o sea, profunda experiencia de Dios y de su Palabra:
“Las palabras de alguien sólo pueden llegar al corazón de los demás cuando esa
Palabra llegó al propio corazón”.
Es por lo tanto del desierto que nos viene la propuesta de volver, cambiar los caminos, la mentalidad, en suma, cambiar alguna cosa. Solamente si nuestra vida es transformada por la Palabra podremos ser testigos creíbles de buenas noticias, ya que el testimonio de vida es más eficaz que las palabras. Entonces vamos al “desierto” para salir de esa experiencia como verdaderos profetas y profetizas de la esperanza contra las falsas profecías que nos impiden soñar, causando a penas angustia y desesperación en nuestras vidas. En este sentido, vale recordar una de las frases del Papa Francisco durante este período de pandemia (es algo así): “preparémonos porque tiempos mejores vendrán”. La paciencia y la misericordia de Dios son la oportunidad que necesitamos para volver a él, para ser transformados por él, en vista de ser sus alegres mensajeros.
Fr Ndega
Traducion: Nomade de Dios
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