Reflexión sobre Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3ª. 5-6; Mt 3, 1-12
Poco
a poco y paso por paso, la liturgia nos ha ayudado a entender el significado
del nacimiento de Jesús y la intención de Dios sobre la vida del ser humano.
Jesús nació en Belén, que es una de las ciudades de los judíos, pero no nació
solamente para los judíos; nació para todos los pueblos. Según el biblista
Antonio Pagola, “Jesús es patrimonio de la humanidad”. La explicación sobre su
nacimiento en la versión de Mateo y Lucas muestra que desde el inicio de su
vida humana, Jesús fue rechazado por su gente, pero fue respetado y buscado por
los no judíos. Esa realidad es muy clara también en el inicio del Evangelio de
Juan (1, 11-12), aunque este evangelio no trata de la infancia de Jesús como
los otros dos evangelistas lo hacen. De acuerdo con el texto de Juan, Jesús
“vino para los suyos, pero los suyos no lo recibieron. Entonces, Jesús vino
para todos los seres humanos e ilumina a todos con su luz. Su nacimiento nos
garantiza que todos son hijos e hijas de Dios y que es voluntad
de Dios salvar a todos y todas. Recordemos una frase de un santo que dice así:
¿qué somos? Hijos de Dios. ¿Y que nos volvemos? Esta es nuestra respuesta a
Él”.
La
primera lectura es un cantico hecho después del exilio de Babilonia y proclama
las maravillas de Dios para su pueblo. A causa de esta realidad el profeta
Isaías ve Jerusalén transformada en centro de peregrinación para muchos
pueblos. En verdad la gloria del Señor
brilló sobre esta ciudad, pero el sentido de este lugar es más de fe que
geográfico. En esta ciudad Jesús concluyó su misión y garantizó a todos la
salvación de Dios. La idea de salvación ya existía en el Antiguo Testamento,
pero no era muy clara. La interpretación que se daba era étnico-cultual,
condicionando la posibilidad de salvación a la pertenencia o no del Judaísmo.
Esta realidad impidió que los Judíos se aproximen de otros pueblos,
considerándolos “próximos” o “hermanos”. Jesús nació justamente para eso, o
sea, para ser luz, haciendo de todos los seres humanos una única familia. En su
carta San Pablo confirma que Jesús es de hecho la revelación del misterio que
estaba escondido por mucho tiempo. De acuerdo con esta revelación, los no
judíos, son herederos de las mismas promesas hechas a los judíos. La presencia
de Jesús entre los seres humanos traduce de una manera perfecta todo lo que fue
dicho por Dios a través de los profetas antiguos. En pocas palabras, “Dios
escogió al pueblo de Israel como instrumento para poder llegar más fácilmente a
los demás pueblos”.
Verdaderamente
la noticia del nacimiento de Jesús es buena, pero la recepción de esta noticia
no sucedió de la misma manera para todos. Por parte de los visitadores, venidos
de Oriente, esta noticia trajo verdadero sentido para sus vidas; por eso
buscaron el nuevo rey con perseverancia, sin miedo de dejar su país y sus
seguridades. De parte de los líderes de los judíos esta noticia causó
preocupación y agitación porque estaban con miedo de perder sus posiciones y
privilegios. La venida de los magos realiza una de las profecías del profeta
Isaías (60,3) que dice: “las naciones caminaran en tu luz, y los reyes, en la
claridad de tu sol naciente”. Ellos ofrecieron a Jesús dones de gran valor para
sus culturas, esto es, “oro, incienso y mirra”. A través de estos presentes
ellos expresan la identidad de sus pueblos, sus riquezas, sus habilidades, sus
esfuerzos y sueños. Los magos dejaran su país y se dejaron conducir por la
estrella para dar correcta dirección a sus vidas. Esta estrella significa la
luz de Dios que ilumina a las personas para que lo busquen con perseverancia
esta luz es su propio Hijo el cual no permite que camine en las tinieblas quien
lo sigue (cf. Jn 8,12).
Hoy
Dios nos invita a estar atentos a la estrella que él usa para guiarnos. Y vos,
¿ya descubriste la estrella que lleva a encontrar el verdadero sentido de la tu
vida? En todos los evangelios podemos encontrar señales de esta estrella.
Tomemos como ejemplo los pescadores que pescaron muchos peces, para ellos los
peces eran la estrella de Jesús. Para los agricultores, las semillas eran la
estrella de Jesús. Para los novios de Caná, el vino era la estrella de Jesús,
porque el milagro del agua transformada en vino anunciaba a Jesús. Para la
mujer que buscaba agua, la estrella de Jesús era el agua. Para Pedro que lo
negó, Jesús preparó un fuego donde puso peses, el fuego fue la estrella del
regreso de Pedro nuevamente a Jesús. Para los discípulos de Emaús, que se
decepcionaron con el Maestro, el pan fue la estrella para ellos.
Como
sucedió con los magos, nuestra vida es un caminar a la luz de la fe para
encontrarnos a Dios, permitiendo que él pueda cambiar nuestros caminos. Estamos
llamados a dejar algunas mentalidades y falsas seguridades tomando la decisión
de ir a su encuentro, guiados por su inspiración. Somos llamados a ofrecerle lo
mejor de nuestras vidas porque él lo merece. Los dones que le ofrecemos vienen
de su propia generosidad. Este Jesús que reconocemos como mayor presente de
Dios para nosotros quiere ser nuestra luz, siempre, para que seamos también luz
por la causa de la salvación de las personas.
Fr
Ndega
Traducción:
Nómade de Dios
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